Conversaciones con mi caballo III
Me lo dijo muy serio mientras le cepillaba el lomo y le desenredaba las crines: a partir de ahora quiero calcetines y calzoncillos. Como ya estoy acostumbrado a sus disparates y desvaríos, seguí con mi quehacer como el que oye llover. Le dije que me parecía bien, que iba a estar muy favorecido. Algo irritado, me recriminó que le diese la razón como a los locos. Le pregunté que si los calcetines los prefería ejecutivos