Creo. Cada día me gusta más hablar conmigo mismo por eso, a veces, me pregunto si no estaré ya en la h del Alzheimer. A pesar de todo, considero que es un sano ejercicio de introspección porque después de mantener encendidos debates con mi caballo sobre temas de actualidad, incluso de cocina, hablar conmigo mismo, me parece a estas alturas lo más natural. No es que yo sea un bicho raro, o sí, poco sociable o apenas dado a la comunicación. No es eso. Yo me comunico, lo juro. Lo que pasa es que a veces no consigo que esa comunicación llegue a mi interlocutor con claridad medianamente comprensible y eso me conduce a la más permanente de las automarginaciones. Es cierto que apenas hablo con los demás pero no porque no me guste. No. Es que, la mayoría de las veces, no es necesario. Y no es necesario porque lo que yo pueda aportar a esa conversación, o discurso, o perorata, es nimio comparado con lo que está diciendo el que lo dice. ¿Para qué añadir más ingredientes cuando la salsa está saturada? Al final resulta que cuantos más ingredientes, menos sabor, y lo que de verdad debe saber, se disfraza sin remisión. Por eso, callo. Escucho. Aprendo cuando merece la pena y cuando no, sonrío, pongo cara de recién caído de un guindo. Como mucho, asiento. Cuando no, asubío. Aprendí en mi casa, que cuando hablan los mayores, los pequeños callan y escuchan. Y yo soy tan pequeño… En todos los aspectos. Y por ahí también pero no tanto. Pequeño porque sigo creyendo en los Reyes Magos, en la paga de los domingos, en las croquetas de pollo y en el vermut de la una, en las aceitunas rellenas y en el sol de terraza. Creo en Mafalda y en Snoopy, en Asterix y Obélix, en el Capitán Trueno y El Jabato, en Roberto Alcázar y Pedrín. En Supermán y en el hombre del tiempo. Creo en mi tabernero, en la señora de la limpieza, no tanto en mi farmacéutico y mucho menos en mi médico. Creo en el vino, en la vida de taberna y en la del más allá. Creo en la reencarnación, en el pulpo á feira y guisado de Ons con patatas. Creo en los besos con lengua, en los bocadillos de calamares y en la tortilla de patata con mucha cebolla, en la caballa en escabeche y en las tapas de bacalao. Y sigo creyendo que no hay dos sin tres, ni dios que aguante esto y mucho menos lo que vendrá. Creo en el sonido de un piano, en las cuerdas de una guitarra, en los lamentos de un saxofón. Creo en la rive gauche, en la lluvia que empapa, en las noches canallas y en los acordes de un bandoneón. Creo en el tango, en los amores que matan y en el sexo hasta el amanecer. Creo en la epidermis, boca sobre boca, piel sobre piel. Creo en algunas miradas que dulcemente me traspasan, en algunas sonrisas que suavemente me matan. Creo en los silencios que dicen más cuanto más callan. Creo en mi caballo que me lleva contra el viento como un soplo de libertad. Creo en muy pocas cosas pero todas sencillas, simples, sin pretensiones. Sólo emociones, sensaciones, sentimientos que a veces duran y otras, desaparecen sin dejar la menor huella. Creo en Edith Piaf, en Billie Holiday, en las Chordettes, en San James Joyce bendita sea su estampa y en Pablo Neruda, amén. Creo en Federico, en García Lorca y Rosalía de Castro. Creo en las olas del mar que me llevan, y también me traen. En las puestas de sol, en el vuelo de las gaviotas, en el color de una rosa y en la risa de un niño. Creo en los amaneceres de verano con sabor a sal, olor de algas, amarillo de sol, tibieza de alma. Creo en las playas largas, desiertas, tempranas, sinfonía de olas bajando la mar y mis huellas engarzadas esperando ser borradas para volver a comenzar. Creo en el influjo de la Luna, en el Miño que va y hasta en el lucero del alba. Creo, pero no tanto.
CREO
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Carlos Garcia-Manzano
Carlos Garcia-Manzano
Él es Carlos García-Manzano amigo no sólo de elcercano, donde cada semana participa activa y entusiastamente en nuestro programa de radio, con su sección"Todo Letras" acercándonos a este mundo de relatos inéditos, creados por él mismo, y cada cual más original. Hoy comparte sus historias no sólo por las ondas radiofónicas sino también por estos espacios virtuales.
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