Cuarenta monedas y una pensión vitalicia
En comparación con algunos que circulan por ahí cara al sol de Madrid, Judas, Ganelón y el Conde Don Julián eran unos benditos. O eso es lo que pensará ese hombre Cansado que ha sido derrotado por su propia bisoñez, “abandonado como los muelles en el alba”, que diría Neruda. Como los partidos políticos son como el corro de la patata, todos los que bailan esa sardana generosa se agarran unos a otros de las