Si va usted a vender su coche, -el pobre bicho va a engordar a partir de ahora la estadística de los coches de segunda mano, algo tan fatalmente anti erótico que debería estar prohibido también para las clases bajas del país- y lo vende con su hijo de un año dentro, -el pobre dándole los últimos lingotazos al biberón de leche de soja cáustica con avena y quinoa, con los ojos como platos observando el local de “Coches de ocasión Emerson” que brilla como un quirófano- a usted pronto lo iban acusar de degenerado de la NBA, de ser un depravado, un antihumano y un sinvergüenza absoluto. Usted, que ha tenido ese despiste deontológico cree que no es para tanto pero ya está sufriendo en sus propias carnes los grilletes de la Justicia y, lo que es peor, los mordiscos de la madre de la criatura que no acaba nunca de dar alaridos mezclados con insultos subidos de tono, como una empanada de frutos del bosque. Es decir está usted jodido y un poco molesto.
Unos caballeros y sus damas de compañía, en el centro neurasténico de España, el Madrid de los madriles, venden una gran urbanización al fondo de inversión “Buitre y Sobrinos”, con miles de inquilinos dentro, casi todos mayores de edad, y nadie parece tomar demasiado en cuenta este pequeño desliz. Entonces usted, que ve el cielo abierto, se pregunta porqué tiene tanta importancia vender un coche con un bebé incorporado y sin embargo no enchiqueran a nadie por este macrochollo. Y no tiene respuesta.
En nuestra ciudad alguien va a vender, o a alquilar a perpetuidad, el edificio de la Diputación para convertirlo en hotel termal de lujo de cuyo uso indudablemente nos vamos a beneficiar todos los orensanos que estamos forrados. Supongo que los trabajadores que hay dentro y los fantasmas que lo habitan por la noche entrarán también en el trato y esta vez nadie va a poner el grito en el cielo porque el comprador de buena fe se lleve el lote completo. Habrá una gran reconversión hacia el humanismo cristiano y el tesorero, por ejemplo, será el nuevo jefe de cocina del restaurante del hotel, el secretario la recepcionista, el guarda de seguridad el portero con librea y gorra de plato y el vicepresidente el aparcacoches. Hay también una institución que vive realquilada en el Palacio de la Diputación, denominada familiarmente Inormed pero que podía llamársele de cualquier otra manera, qué más da, que ha estado amenazando durante casi cuarenta años con conseguir el desarrollo de la provincia de Orense y de momento todos sus logros son Futuros, como esas acciones que se compran en la Bolsa esperando que el precio del trigo en Uzbekistán produzca un efecto mariposa en las de la Telefónica argentina. Si alguien me puede decir algo concreto que haya conseguido el Inormed a favor de la gente en general, -dejemos de lado los ingresos de particulares- yo le regalo una rifa para el sorteo de una muñeca vestida de lapona en la próxima fiesta salvaje del Jalogüein del alcalde Jácomeatrezzo. A estos realquilados también pueden llevárselos en el lote, que los protestones profesionales de la ciudad tampoco dirán ni mú .
Cuarenta años para que la riqueza termal de Orense se convierta en riqueza contante y sonante para los orensanos y lo único que se ha conseguido es que lo poco que había se lo lleve el agua fría, como el paso inmisericorde del Tiempo se nos lleva la juventud, sin vuelta atrás. Cuarenta años de actividad frenética, trufada de rimbombantes frases en inglés y lo único que queda es la canción de esos cuatro músicos melenudos de Liverpool que tanto nos gustan: “Help!”. Y hete aquí que, de nuevo, se va a empezar el balneario por el tejado, aunque en este caso el tejado ya estaba puesto y la casa terminada. Ya me imagino la gran inversión que se va a producir en la llanura de la Valenzá para construir el nuevo aeropuerto internacional San Martiño, que pueda absorber la ingente cantidad de tráfico aéreo mundial que cubra la demanda de turismo termal que se va a producir en el Universo de la Galaxias. Se van a cagar los de Baden Baden, Bath, Mondariz y el planeta Melmac. Tengo avisado a mi sobrino que cuando lleve flores a mi tumba me cuente si ya las Burgas se han secado.