Domingo Dominguez
Era de noche y sin embargo llovía. Horas antes, el pardillo de Domingo Domínguez había mancillado el honor de la familia aquella tarde de domingo durante la siesta. Y es que aquella tarde, Doña Candela, dueña de nada y mujer del patrón, se topó con semejante trance: Florita inclinada sin bragas buscando la cofia debajo de la cama y a su hijo Domingo, también sin bragas, conectado desde atrás con movimientos de retroceso y avance,