Un rostro desconocido
Al llegar a cierta edad, cuando te suena una cara pero no logras localizar de qué la conoces, es que pertenece a alguien de la funeraria. Uno almacena en su memoria tantos cadáveres que no es infrecuente estar en un bar, que te salude un desconocido y te pases algunos minutos pensado qué vínculo te une a esa persona y al cabo de un tiempo lo descubras: el de la funeraria. Están por todas partes.