PARÁBOLA
A Miguel y Juan Estábamos tres clientes en la barra del bar y el tabernero al otro lado de la frontera. Atardecía y, como de costumbre, había dos pantallas de televisión: en una, la tribu de simios de Sálvame discutían entre sí; en la otra, atronaban los 40 Principales: esa iconografía del infierno nos rodeaba y, más aun, cuando ahora, los clientes de un bar que antes se reunían para charlar de cualquier nimiedad futbolera