MONDOÑEDO
Para Antonio Meilán, mindoniense. El viajero, después de algunos días de recorrido por Galicia, entra en Mondoñedo. Como casi siempre, independientemente de la estación del año, la ciudad está gris y en el aire hay una suspensión de gotas imperceptibles que contradicen la rotundidad de un mes de mayo soleado que, con las lluvias precedentes, muestra el esplendor de los alrededores y otorgan a Mondoñedo la categoría fantasmal de una vieja película o de una