La desvergüenza del dirigente
Una butaca vacía. La que tuvo que ocupar David Martínez para que el embajador de Irlanda no sintiera a su lado el vacío que el alcalde de Ourense le hizo. Vacío por su no asistencia, a pesar de haberlo esperado diez minutos un auditorio repleto de mil personas que no iban para que los fotografiase el periódico. La disculpa al final del acto a través de una encargada del auditorio porque la entrega de los