Una butaca vacía. La que tuvo que ocupar David Martínez para que el embajador de Irlanda no sintiera a su lado el vacío que el alcalde de Ourense le hizo. Vacío por su no asistencia, a pesar de haberlo esperado diez minutos un auditorio repleto de mil personas que no iban para que los fotografiase el periódico. La disculpa al final del acto a través de una encargada del auditorio porque la entrega de los trofeos de +Deporte se habían demorado. Una triste ausencia que no logró que todo el público, con el entrañable embajador el primero, dejara de disfrutar como lo hizo en todo momento. Simplemente, como ciudadano ourensano siento vergüenza de quien ayer me debía haber representado. Así queda bastante reflejada la realidad que vivimos en Ourense: frente al señero diplomático negociador en la paz del Ulster la representación mediocre de quien antepone su servilismo a la misión primera como primera autoridad de representarnos ante el otro. Me voy a la cama con la visión en esta fotografía de Ana Nieto de la butaca vacía que se dejo porque el otro no acudió. Y después hablan de formas y educación.
- Sección: Noticias, Varios
- Publicado el 13 mayo 2016
- Por Moncho
La desvergüenza del dirigente
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