Las calles de mi ciudad
No es poca cosa ver así la calle al recoger el día. Me voy para casa como si el camino fuera un desierto de asfalto sin nadie, ni siquiera víboras. Ourense está viejo, por mucho que digan los que aún creen en Ourense y que, ¡oh, casualidad! están bien colocados laboralmente sin méritos para ello. Así cualquiera, cualquiera que este dispuesto a cambiar principios por lentejas. La calle estaba desierta cuando volví sobre mis pasos de la