Está sembrado el presidente, o está nervioso. De lo contrario, no se explica la cantidad de tonterías que nos ofrece. Desde esas tomas falsas, más falsas que donde las toman, de escenas costumbristas ad hoc para ganarse la simpatía de un pueblo al que miró desde las alturas del Falcon toda la legislatura. Ahora no, ahora pisa suelo de petanca, de biblioteca universitaria, de piso estudiantil y de jugador de baloncesto en silla de ruedas, a ver si así nos convence de que es humano como los demás y no ningún Dios mitológico al que adorar.
Pero bueno, si al Sí es Si, que no tienen los cojones de parar de una vez para que la sangría de suelta o reducción de condenas a los violadores y demás ralea se detenga, o a la atroz ley Trans, que no dan demasiada esperanza a un buen resultado futuro, pues no hay más que saber que el cerebro biológico humano no está desarrollado plenamente en la corteza prefrontal que rige las emociones y consiguientemente la plena lucidez de las decisiones, ahora se le une la ocurrencia de hacer una ley de paridad para que haya mismas mujeres y mismos hombres en los consejos de Administración públicos y privados, de empresas privadas, porque su razonamiento estriba en que si somos unos y otros el cincuenta por ciento de población pues que también sea la misma proporción en estos órganos de representación. La obsesión por estas ecuaciones eliminan la lógica, pues de lo contrario que en función de la edad se representen las distintas generaciones. Nada de que los jubilados lo estén, que se suban a los Consejos por mor de la cantidad que representan. Y los niños también. Podíamos también hablar por profesiones, aficiones o religión. El caso es representación justa e igualitaria. Si en una familia han nacido tres niños, pues a parir niñas sea dicho, y si no salen pues habrá que tener un criadero para ello. La insensatez de este hombre no tiene fin, o si tiene toda la finalidad espuria y falaz para contener los escándalos que le salpican por doquier con el tío Berni a la cabeza. Solo falta que imponga la paridad en la pequeña empresa o el autónomo, sería una gran cosa para crear puestos de trabajo donde solo haya una persona, porque automáticamente tendrá que fichar a otra de otro sexo para cumplir la ley. ¡Ay qué carallo de tío”. Seguro que el que está al lado en la foto es el que le aconseja estas cosas, muy propias de otro insensato aún mayor.