Por tu infidencia lo sabemos, que el alcalde quiso nombrarte asesor de cultura; pues menos mal que no has aceptado, porque perderíamos tu pluma aunque algunas veces eche algo de excesiva tinta. Pues nada, estimado Jaime, que leo lo que decís en vuestra tertulia con alma agarrotada y Camus en medio, y comparto la importancia del museo como para sacarlo de ahí. Prefiero mil veces que Jácome renegocie el Banco de España para convertir en oficinas ese espacio infra utilizado. Pero no comparto tu remedio, peor que la propia enfermedad, Jaime, porque no puede ser que se confunda el Museo con el espectáculo y un centro de ocio; no, no se trata de que el Museo se tenga que llenar de público, como hacen los del Teatro u otras artes que se dicen imprescindibles pero que ni dios atiende, a no ser que pague la Administración de turno y nos diviertan. Menos mal que te influye Camus, y no quieres, como él, que el poder te cambie. Pues claro, no cambies, pero tampoco asesores culturalmente a Jácome, pues llenar el museo municipal con recitales poéticos, jam sessions, conciertos acústicos, payasos, ilusionistas, maestros que enseñen a mirar un cuadro, la posición de la mano, el color, la estética, veladas de blues, enseñanza de guiones y textos, sería peor que mantenerlo vacío.
¡Ah!, por cierto y ya que te gusta tanto Camus -a mí también-, un día después de que Biden sea proclamado nuevo presidente americano sale a la venta “La noche de la verdad”, donde las críticas a la prensa militante son la base del mismo periodista y premio nobel que tanto nos cautiva. Su ejemplo sí que vale; en fin, siempre nos quedará Camus.