Contamos hoy ya con 550 contagios en la ciudad, en una escalada hacia la enfermedad y muerte que mete miedo a cualquiera que no sea necio, estúpido o imbécil. Uno no sabe ya lo que hacer, además de autoconfinarse a excepción de las salidas necesarias para la salud física y mental, cual es caminar un par de horas y visitar a las personas mayores que viven solas. Precisamente por estas personas hemos cerrado elcercano hasta nueva orden nuestra; y digo nuestra, porque si del gobierno no me fío desde el principio, de la Xunta a medias y del Concello poco, pues no es tiempo de autobuses animando en la calle a la peña a olvidarse de la pena ni tiempo de dejar la vigilancia “daquela maneira”.
Precisamente ayer y hoy, en el paseo por lugares no concurridos y en horas nada punta para juntarse a menos de dos metros con nadie, he visto a un coche de la policía local en Oira -ayer- aparcado durante un rato, relajados sus agentes, uno fuera del coche hablando por teléfono, el otro dentro consultando también el móvil ¿sería facebook?; no hice foto porque, a pesar de pensar que pensé que deberían estar en ese momento de las doce del sábado en la calle del Paseo o alguna plaza vigilando que la gente cumpla la norma mínima, me pareció simplemente una anécdota. Pero hoy, en un aparcamiento del Paseo de las Ninfas estaba otro coche de la policía parado y con el agente dentro, eran las once y media y hacía frío, y ya me hizo pensar en lo que yo hice un tiempo cuando trabajaba en la Recaudación de Tributos de Ourense y salíamos a notificar certificaciones de deuda a nuestros vecinos, pues que cogíamos el coche y nos íbamos a distinto sitios a aparcar el deber y dejar que pasase el tiempo para fichar. Seguro que pienso mal, pero no sé qué servicios hace la policía local más importantes que ayudar a controlar esta pandemia que nos trae a todos de cabeza.
Pues quédate en casa, so mamón si no tienes nada que aportar a la comunidad. Por cierto, estoy hasta el huevo derecho de aquellos que se hacen selfíe en una terraza con un café con leche y dicen que así “apoyan a nuestra hostelería”: ¡hipócrita! les diría, porque se apoyan a sí mismos y si no que nos cuenten el tamaño de las propinas que les dejan a estos negocios.
Ya está bien de la tolerancia buenista con los intolerantes malísimos, los que hacen botellón a estas alturas de la película, o los que destrozan cualquier cosa que se le ponga por delante, como estas ruinas que hacía tiempo no veía y que puedo dar fe que cada día son más ruinas. Pero aquí también la responsabilidad de la Administración nadie se la quita, además porque ya conocemos sobradamente la teoría formulada por los profesores James Q. Wilson y George L. Kelling, Teoría del Síndrome de la Ventana Rota. Según su teoría, publicada en el año 1982, la existencia de ligeras violaciones de las normas y leyes, delitos “menores”, actitudes antisociales o simplemente desorden, crea un ambiente donde poco a poco van apareciendo delitos o crímenes cada vez más graves.
¿Lo hemos entendido? Pues lo agradezco, y pido disculpas por el tono pero es el que me sale de los…; bueno, lo dicho.