Pues después de la tormenta no siempre viene la calma, porque tras la grave nevada madrileña (murió un hombre en su coche tirado en la carretera, por ejemplo) ya se anuncian temperaturas gélidas para las que no estamos preparados, ni siquiera las tuberías, cañerías que revientan con tal heladas. Pero, si además de la gravedad traída por la nieve para el mejor acceso a los hospitales en plena tercera ola del coronavirus – desaparecido por unas horas de los telediarios de las pantallas televisivas – o de los posibles accidentes que pudieran darse con la caída de árboles, como vemos en la fotografía de la popular calle Fuencarral al igual que el de las propias cornisas de los edificios, tenemos añadimos temperaturas extremas, la cosa ya mete miedo. Y para el caso de que todo salga bien, aunque para ello nadie salga mal a la calle, nos queda la propina de una tarifa de luz que se dispara en el pico de mayor consumo por razones obvias, razones de calentamiento individual, hablar ahora de calentamiento global con la que cae parece sarcástico y contradictorio. Que los gobernantes actuales se hayan llenado la boca demagoga cuando hacían oposición con el precio del kilowatio sin que como gobierno hayan parado este ataque actual en el peor momento, es como mínimo para pedir perdón y hacérselo mirar, pero hacérselo mirar más que a ellos a quienes los apoyan y creen. Porque el problema de las democracias, muy fatigadas, fundamentalmente, está en el desprestigio de los que nos representan, salvo excepciones, personas sin vergüenza alguna y sin más mérito que hacer carrera dentro de su empresa que es el partido político de turno. ¿Alguien ha oído a algún político hablar de reforma electoral, listas abiertas, mandatos limitados, etc.?; pues eso.
- Sección: Noticias
- Publicado el 10 enero 2021
- Por Moncho
Y ahora tocan -10 a su puerta
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