En la casa de mi madre, que tiene 92 años de lucidez sobre sus hombros y una memoria prodigiosa, los fines de semana solemos coincidir a tomar café con ella algún hijo, nietos y bisnietos. Es un tiempo de concienzudo aprovechamiento de su compañía pues 92 no son el inverso 29, y de ahí lo de ser conscientes para aprovechar el tiempo que reste y que se pueda para escuchar sus historias y demás compañía. Hoy la aprovechó mas que nadie mi sobrina Eva y escuchó la historia que Eva cuenta en su blog de cuando con 16 años se conocieron mis padres y hasta hoy, incluso cuando él desgraciadamente ya no esté corpóreamente con nosotros. Muchas felicidades a Eva, y por si a alguien le interesa una breve capítulo de una historia de amor a continuación dejo el enlace de mi sobrina:
Por cierto, “qué romántico padre tuve”, así no me extraña serlo yo.