La playa de Queiruga que continua las de Baroña y del Dique en Porto do Son no es un arenal civilizado. No tiene duchas, ni pasarelas, ni chiringuitos. Por no tener no tiene si surfistas ni socorristas. Es una de esas playas más o menos vírgenes para los que escapan de ruidos y multitudes. Todos los que la frecuentamos sabemos de su mar bravo que pocos días permite el baño sin sobresaltos pero aceptamos esos riesgos porque son los que permiten al mismo tiempo, su soledad. El ayuntamiento del Son instaló hace años en la parte alta del arenal unos postes a los que amarró un sencillo salvavidas atado a un cabo de longitud desconocida. Este año, ha “mejorado” el servicio. En mitad de la estrecha carretera que bordea el arenal, nos reciben dos carteles de mediano tamaño que advierten: PLAYA PELIGROSA. En letras más pequeñas, se da aviso de corrientes peligrosas y recomienda precaución en el baño. El aviso no afecta a los niños del lugar que no temen las olas de respetable tamaño que rompen en la orilla. Las pasan por debajo o por encima, según vengan, para en pocas brazadas alejarse mar adentro fuera de las rompientes. Los ajenos, no siempre tienen esa habilidad y cualquier ola imprevista los zarandea sin amabilidad y a veces, con no poco ridículo. Uno se pregunta por las razones de esta demora en la advertencia pero recuerda que en otra playa cercana, más brava todavía, se ahogó, cuando el verano comenzaba, un hombre que no advirtió el peligro. De todos modos, nada que objetar aunque sería conveniente y muy de agradecer que los ayuntamientos del país hicieran general este tipo de avisos. Por ejemplo, en la playa de Silgar, en Sanxenxo, debería haber una advertencia como esta: ATENCION. PLAYA PELIGROSA. Frecuentes multitudes, ruidos, horteras, motos acuáticas y políticos… Digo
QUEIRUGA. I
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Santiago Lamas
Santiago Lamas
Artículos, ensayos, escritos varios, que merecen mucho la pena de adentrarse en lo que pare esta cabeza biblioteca. Santiago Lamas, gallego borroso, estudioso y perfeccionista hasta el finisterre extremo, nos exige un mínimo esfuerzo para comprenderlo, ¡faltaría más! ¡sobra menos!.
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