Recordarán algunos que en las regiones más antiguas de Tlön, no es infrecuente la duplicación de objetos. Suele ocurrir con objetos perdidos pero sucede también con objetos fantaseados o deseados. Alguien pierde una reseña, ésta era perfecta, pero una vez perdida la original, aparece una copia, acaso más larga, quizá menos ajustada a la expectativa, en cualquier caso más borrosa. La copia, réplica del descuido, lleva en singular el descriptivo Hrön. Puede que desconozcan que a orillas de este río húngaro escribió Marco Aurelio sus Meditaciones.
En Sobre el Vathek de William Bekford, texto que seguramente figuraba en, o prefiguraba la reseña original, Borges señala:
“Tan compleja es la realidad, tan fragmentaria y tan simplificada la historia, que un observador omnisciente podría redactar un número indefinido y casi infinito, de biografías de un hombre, que destacan hechos independientes y de las que tendríamos que leer muchas antes de comprender que el protagonista es el mismo. Simplifiquemos desaforadamente una vida: imaginemos que la integran trece mil hechos. Una de las hipotéticas biografías registraría la serie 11, 22, 33….; otra la serie 9, 13, 17, 21… no es inconcebible la historia de los sueños de un hombre…”
no es menos inverosímil otra construida a partir de las citas realizadas a lo largo de una vida e incluso otra realizada a partir de las citas omitidas. Pues cualquier cita, implica un trabajo de selección que ilumina alguna parte de la biografía del autor. De forma arbitraria escogeré entre esos infinitos Hrönin de la reseña original, o incluso de entre todos los Hrönin de sus infinitas copias, pues cada uno de ellos recogería citas diferentes, y elipsis distintas: tres tópicos. Podrían ser fácilmente cuatro o siete, pero tres lugares abundan en mi papel como psiquiatra.
- El hombre de acción
¿Por qué escoger “los que ven no actúan, los que actúan no ven. Ese es el comienzo de toda decadencia…” de El trabajador de Jünger?
No parece un mal lema para el Ex libris o el escudo de armas de alguien que ha buscado durante toda su vida prolongar o mejorar la visión de aquellos que a él han acudido. Busquemos esa isotopía. El canto al hombre de acción está también en el verso de Hölderlin “allí donde está el peligro, está también la salvación”, que suena a otro pasaje, este elidido de El trabajador: “El hombre romántico se percata de que el mundo burgués es incompleto, pero el único medio que sabe oponer a tal mundo es la huída. Mas quien ha sido realmente llamado, ése se encuentra en todos los lugares y a todas horas dentro del espacio elemental”. Ese lugar elemental es el de la praxis, primum discere deinde docere, recogido también en el hipocrático “donde no hay filotecnía no hay filantropía” y en el “hands, head, heart”, manos, cabeza y valor, como resumen de las virtudes del cirujano.
Además de ese espacio elemental del quirófano está la cátedra. Cátedra desde la que se enseña, transitivo, algo a alguien. Sin demasiadas argucias pedagógicas modernas, volvemos a Aristóteles, Introducción- nudo- desenlace: cada clase parte de un misterio, de una pregunta que la ciencia debe desvelar y concluye con una moraleja, con un saber que el alumno se lleva a casa. Para que ocurra ese milagro en este tiempo de tabletas y móviles, de apuntes fotocopiados, serigrafiados, repetidos y de conferencias Ted y cursiños por internet, el maestro (pues maestro es el que ama) debe producir un encantamiento, una siembra, una sementeira. Pero esa siembra es una siembra de algo, no se puede sembrar una reflexión sobre las siembras y pretender después que de frutos. La amnesia anterógrada de la educación moderna, es una bomba trabajando en vacío, un Alzheimer que roba la identidad cuando tendría que estarla formando y la sustituye por un errabundeo, por un zapping, por una identidad líquida (Bauman está presente también entre los citados). ¿Productores o consumidores de contenidos qué lugar queremos detentar?
España ocupa el número 13 en el listado de países del mundo por producto interior bruto. El número 16 en inversión en investigación, el número 11 en publicaciones científicas… el número 28 sin embargo en el índice de innovación de la ONU. Ese es el dilema y la solución invoca los valores del pasado.
El canto a la educación que enlaza con el siguiente aspecto de la biografía del autor, es también una nostalgia de un deber y una moral perdidas. Si en las Luces se sustituye la moral religiosa por una laica que desplaza el amor y el sacrificio a Dios con la promesa de la felicidad eterna, sustituyéndolo por el sacrificio del individuo en aras del bien común, las aberraciones del totalitarismo y el triunfo del capitalismo global implican el triunfo de una nueva Figura en el sentido Jüngueriano que ya no es el Trabajador sino el Consumidor, un consumidor por definición insaciable e impaciente cuyo único objetivo es su felicidad inmediata, a un click. Una figura intuida en la conocida frase de John Stuart Mill: «…es mejor ser un ser humano insatisfecho que un cerdo satisfecho; mejor ser Sócrates insatisfecho que un necio satisfecho. Y si el necio o el cerdo tienen una opinión diferente es porque solo conocen su propio lado de la cuestión.»
- El bachillerato como patria
Qué envidia aquel bachiller, convocado a través de citas en latín y en griego, en alemán, francés, a los que seguramente se añadieron después el inglés o el italiano. Un bachiller que permitía citar a Sófocles y a Shakespeare, evocar a Sócrates, o a Cicerón, acercarse a Ortega y a Unamuno y al mismo tiempo integrar y derivar y tener un conocimiento amplio de química. Un bachiller tocado por la nostalgia incluso de sus reválidas, que facultó descubrir a Rosalía en la edición de papel biblia de Aguilar, leída efectivamente en tantas casas como un devocionario.
Ritos y autores que muchos hemos conocido por nuestros padres, y que los textos aquí reunidos han conseguido re-cordar, atravesando nuestros corazones de nuevo. El texto a modo de ouija ha permitido recuperar esas voces capaces de citar durante el almuerzo, la Guerra de las Galias o las Catilinarias, que recitaban los silogismos BARBARA CELARENT DARII FERIO, y no disimulaban la admiración por Churchill, o por Roosevelt. A esos referentes comunes a toda una generación se añadirían más adelante Montaigne y Hölderlin, Weber y Tocqueville, Hanna Arendt y Heidegger.
- Moviendo el rabo hasta el final
Para los que no hayan visitado el zaguán, este título podría parecer una provocación innecesaria, pero no se inquieten , nada que ver con Giorgi Dan. Orto, zenit y ocaso, empieza el sol a vestirse de amarillo y los tiempos del sport y los blue jeans dan paso obligado a un repliegue.
Se multiplican las laudatios, las Festschrift, como se multiplican en las aldeas los días de entierro, no hay ahora semana en que no despidamos algún vecino y eso sin estar en política… Qué horror de casas vacías, de huertos yermos, de viñas sin podar. Ocurre como en La historia interminable en el que la Nada va conquistando poco a poco el territorio y el problema es encontrar un nuevo nombre… quizá nuestro amigos Lamas, Moncho y su compañía han empezado esa lucha co Noso camiño.
El duelo por uno mismo, pasa por desinvestir el amor previo… por la profesión o la docencia, pero también por el que fuimos físicamente, todo hombre es responsable de su rostro a partir de los 40, desinvestir, para poder si no nos invade la melancolía dirigir el amor en otra dirección. Aparece Cernuda: “¿cómo llenarte soledad sino es contigo misma?” y Mallarmé “la chair est triste et j´ai lu tous les livres”… pero para evitar la melancolía algo del sportman, de la educación británica permanece, y parece escucharse como uno mismo se jalea, es igual si ello ocurre por narcisismo o por entregar cara la vida: “mientras quede una flecha, hay que seguir apuntando”.
Profesor deseamos que aún queden unas cuantas saetas en el carcaj.
En la reseña original se señalaba que ya no hay voces como estas, es cierto no abundan hombres que sostengan voces así.
Cierro comillas.