In memoriam
Inolvidable Luis, que te fuiste en busca de Julia
fernando franco 11.02.2019 | 01:50
Pena por su marcha para los que le quisimos, aunque lo hizo con la elegancia y discreción que le caracterizaban. Y hasta a una edad, 80 años, que él, con su ironía y a veces espíritu socarrón, podría ver como oportuna para evitar la degradación de las formas que acompaña la vejez y nada le gustaba. Querido Luis. Tras una etapa profesional brillante, te retiraste a tus cuarteles de invierno con cierta independencia y una pizca de resquemor con la política, en un anonimato buscado, centrado en la lectura frente al mar, con periódicas pinceladas de óleo sobre lienzo. Te nos fuiste y muchos te recordamos como un visionario, un ser obstinado en sus proyectos, esteta y perfeccionista, ligado siempre a la familia, en lo afectivo dependiente de ella y en especial de tu mujer, en la que encontraste inspiración y admiración. Esa mujer, Julia Taboada, inteligente, siempre amable y alegre que era, además de tu compañera inseparable, la portadora de la palabra balsámica a la que se recurría en esos momentos de negociación con personas o representantes de instituciones en que tu carácter resolutivo y a veces tajante hubiera roto amarras. Sabemos que su muerte precoz te dejó marcado para siempre.
Luis Carballo. No hablamos de una persona común, sino de una figura providencial para el sector textil de Galicia. Pionera. Políticos, empresarios o sus mismos empleados supieron bien que no era hombre de medias tintas sino alguien que apuntaba con energía caminos inexplorados y exigía firmeza para transitar por ellos. Lo sé yo bien, que empecé a trabajar en su equipo con sus hijos Luis y Nuria (que continúa la profesión de sus padres con similar exquisitez), con Natacha, con Víctor, Cerviño…, cuando se trasladó a Vigo en los años 80 con un bagaje ya reconocido en el mundo de la comunicación persuasoria y la imagen. En esta ciudad estableció el cerebro, la maquinaria inteligente, el aparato locomotor de un proyecto, gradual por lo complejo, llamado Galicia Moda, que conmovió todos los cimientos industriales del sector, imbuyéndole de un espíritu de vanguardia inusitado en la Galicia toda. Su revista, que llevaba también ese nombre, hablaba por sí misma: cuidadísima en su edición, enorme, absolutamente rotunda, integradora de las firmas literarias de más alta proyección en España con el único requisito de que hablaran de imagen o moda. La producción local, en instalaciones propias, de todo el proceso publicitario de las marcas gallegas, sin nada que envidiar a las infraestructuras de la moda más punteras de Europa, trajeron a Vigo a los fotógrafos y modelos entonces más cotizados.
En la moda fue un profeta que anunció un advenimiento. Un teórico que creía que la revolución se demostraba en la praxis. Una figura que implicó una insurrección de los fondos y formas en el contexto de una Galicia en hervor y fervor creativo por ese movimiento Atlántica que supuso toda una renovación de nuestra plástica, en la poesía con grupos como Rompente, en el cine o en el videoarte de los 80? pero fundamentalmente en la moda, que adquirió proyección internacional. Imposible olvidar los desfiles de Luada y Luar que nos llevaron a Barcelona o París siempre a cien, en preinfártica tensión organizativa, pero que también convirtieron a Vigo en ojo del huracán de la moda, dándole un nivel de sofisticación que dejó atrás todo tópico sobre el telón de grelos. Eso en la moda pero entre los que fuimos sus amigos, Luis fue un hombre difícil para los que no tenían fe, cordial para el resto, del que aprendimos mucho a veces absortados, con la boca abierta, cuyas bromas sufrimos con placer, con el que compartimos comidas y tertulias en su casa. Y con unos hijos, Luis y Nuria, que siempre hablaron de él como un padre excelente, cariñoso, protector, instructor, y sí, a veces difícil, precisamente por esa necesidad de tener controlado todo a su alrededor.
Inolvidable Luis Carballo, que nos dejaste y emigraste en busca de Julia, a otras latitudes de la esperanza.