Hoy este artículo que escribe en LA VOZ DE GALICIA, el periodista Rubén Novoa da en el clavo. Da gusto leer a alguien que tiene sentido común y no a otros que tiene sentido de la oportunidad y mamoneo. A Rubén lo conocí como redactor de deportes en la COPE allá por un tiempo pasado que fue mejor desde el punto de vista de la esperanza para esta ciudad y por ende la provincia. Que fue mejor no es ningún tópico del tiempo sino en este aspecto la pura realidad de un Ourense venido a menos por mucho chauvinismo cutre auspiciado desde la Diputación y su ourensanía que quiere darnos lecciones de moral cuando no la estudió jamás. Con Rubén colaboré una temporada del COB desde la cabina de radio donde comentaba los partidos que él retransmitía. Eran los tiempos en que la colaboración con la COPE, siempre gratuita, venía dada por una presunta amistad con Juan Maceiras, el otro lado de la moneda de Rubén, porque si Rubén escribe para informar sobre la realidad, tal como en la facultad de periodismo nos enseñaron, pese a quien le pese y aquí pesa mucho el señor Baltar, Juan Maceiras fue al contrario, un periodista crítico cuando hacíamos juntos las tertulias del Latino que evolucionó hacia el servilismo cuando fue captado con el premio Carracedo por parte del contrario; desde entonces ahí lo tienen, haciendo el caldo para el señor. Bueno, pues dicho esto que no son sino recuerdos que uno lleva consigo y que son bien ciertos e irrefutables, y para eso existen fonotecas y hemerotecas, pasemos a lo importante, el artículo que destaco de Rubén Novoa, porque da en el clavo de como se tramita la cultura desde la parte pública. Así dice:
“El título de este artículo es una obviedad. A nadie se le pasa por la cabeza pensar que, por ejemplo, el artista de prestigio internacional, Carlos Núñez, actuó ayer de manera gratuita en el Festival Pórtico do Paraíso. Por qué entonces no se cobró una entrada para sufragar el recital. Un módico precio -gestionado de manera directa por el Concello y no por peligrosos intermediarios que en el pasado pretendían ofrecer pases VIP para lucrarse- evitaría la bochornosa imagen de las colas y los cabreos por hacerse con una invitación. Ponerle un módico precio también haría que los miles de ourensanos que no fueron al concierto en la Catedral ni tenían interés por acudir no tuviesen que pagarlo de forma indirecta con sus impuestos.
Colas no hubo aunque las supuestas cifras de repercusión mediática casi marean en la exposición sobre los suevos que organiza la Diputación. A uno le extraña sobremanera que una muestra de un coste tan elevado -la factura va por cerca del medio millón de euros- y de la que se presume con orgullo como lo nunca visto en Ourense sea gratuita. De esta manera, cualquier análisis sobre su verdadero impacto en la ciudad queda invalidado. Flaco favor le hacen a la muestra con la política del todo gratis. Saber cuántos estarían dispuestos a pagar por verla o incluso, como se sugiere, conocer cuantos turistas vienen a Ourense para disfrutar de la exposición sería su verdadero termómetro y un argumento valioso para justificar su elevado precio y su prolongación en el tiempo. Ni tan siquiera la crisis económica ha logrado acabar con estos tics despilfarradores.”