Estimado Moncho:
Loado sea el Señor porque no aparecen juntos más que cuando van a tomar el té con Maduro, porque sino, escacharíamos con la risa, y así, de esta manera, cada uno por su lado, sólo nos hacen mearnos de la idem. Me refiero a Abbott y Costello, a los dos mejores cómicos del panorama populítico español del momento, en el que tienen que competir con otras grandes franquicias del payaseo nacional, desde el Pierrot Guapo de la Moncloa a la Colombina Triste de la Comunidad de Madrid, el Polichinela despistado con zapatos de media legua que comanda las mesnadas del PP, o el Capitán Matamoros de Vox. Abbott y Costello son “Pablito Capillas” y “Zapatero Prodigioso”, pareja cómica de tal altura intelectual que el pobre Charlie Rivel, cuando se peleaba con su sillita, queda a la altura del betún y ya ni gracia nos hace verlo sufrir. Hay semanas en las que cada uno actúa por su cuenta, sueltan sus bromas por separado, y no pasa nada en la carga electromagnética ética de la Tierra, pero si lo que sucede es que un buen día un desaprensivo en una televisión nos los endilga juntos, en pantallas divididas como se lleva ahora, entonces tengo que sujetarme la hernia porque se me sale con la risa. Son unos paveros de verdad, si señor. Costello dijo el otro día que gobernar un país es difícil, que mira si no es difícil que cuando aquello del Castor él no sabia qué era eso del Castor. Aunque el castor es una figura típicamente hollyvudiense (el sombrero de Daniel Boone en el Álamo) no fue hasta la época del pato Donald (posterior, por tanto) que los sobrinitos del pato se apuntaran a la asociación juvenil de los Jóvenes Castores; y tampoco pudo haber conocido Costello los documentales de la segunda cadena española, donde daban todo tipo de detalles sobre la vida laboral de esos simpáticos roedores de bosques. Su ministro de cultura le pudo haber dicho que lo que era un castor lo iba a aprender en dos sesiones después del telediario de la Primera Cadena porque se aprende mucho cuando uno esta dormido. Ya no digamos que a este cómico de lujo se le exigiera saber algo de los Dioscuros, los famosos gemelos Castor y Pólux, porque quien se dedica a las candilejas no tiene tiempo de ir a la escuela y tiene que trabajar desde muy niño, como Charlot, pobrecito.
Abbott, el otro día, también tuvo una actuación magistral sobre las tablas. Dijo que el señor Puigdemont era tan exiliado como los republicanos que tuvieron que huir después de nuestra última Guerra Civil. Aquí, a pesar de que aun me sigo sonriendo una semana después del chiste, noto un cierto tufillo gremial en la afirmación, porque es indudable que Puigdemont pertenece también al afortunado estamento teatral de alta calidad, aunque ahora no podamos disfrutar tanto de sus chanzas porque le paga mejor el público belga, qué le vamos a hacer. A ver si algún día regresa a nuestros escenarios y le dan un Goya, que ya lo merece.
Cuando a Abbot le dijeron lo que había dicho su colega, con una facilidad que solo puede surgir de un genio de su calibre, soltó el que será el mejor chiste de este infausto 2021. Dijo: “si Abbott dijo eso, matizará…estoy seguro de que matizará”.
Espero, querido Moncho, que usted haya disfrutado como yo de estas inefables muestras de humor blanco y negro sin connotaciones racistas.
Atentamente,
Lázaro Isadán