Has sido, estimada secretaria xeral para o Deporte, la pedrea del PP de Ourense en esa especie de lotería en la que para los conservadores locales se convierte cada triunfo del partido en Galicia. Bien es verdad que, al igual que en el sorteo del 22 de diciembre, la suerte suele ser esquiva con la provincia desde que Manuel Fraga, un lugués de Villalba, dejó la Xunta en manos de Alberto Núñez, un ourensano de Os Peares. El <gordo> de una consellería no se estila ya a orillas de As Burgas por lo que tu nombramiento para sustituir a José Ramón Lete, ascendido a la presidencia del Consejo Superior de Deportes, suena a premio de consolación y le permite al PP local presumir de tener algo de influencia en Santiago. Razones políticas al margen (que no se pueden obviar pues tú no llegas al cargo merced a la apertura de un concurso de méritos sino de la mano del PP de Feijoo), me parece estupendo que hayas escalado a la cumbre deportiva de la Comunidad. Por tu mérito como atleta (para Ourense fue, es y será un orgullo que hayas llevado sus colores a la olimpiada de Sidney), por tu formación como gestora (licenciada en Inef y diversos masters específicos) y por tu valía como persona y mujer. Con tu nombramiento se visualiza de nuevo esa igualdad de género teórica que tantas veces se hace invisible en la práctica. Tan solo por resaltar la valía de la mujer en el deporte, sea en la competición o en la gestión, ya me parece un acierto tú nombramiento. Nadie te regaló nada. Llegaste hasta donde llegaste merced a la lucha, al esfuerzo titánico de un día sí y otro también esforzándote en un campo de entrenamiento. Eso hizo que aquella niña de Louredo (Cortegada), que vino a Ourense por primera vez en un Seiscientos de su profesora Olga González, hiciera realidad el consejo de su inolvidable maestra que seguro todavía hoy resuena en tus oídos: <O mundo non se acaba en Louredo>. Y claro que no se acababa. La ayuda de los tuyos, tu talento y tu voluntad te llevaron a las antípodas del pequeño pueblo de Cortegada representando a España en la Olimpiada de Australia y a muchos otros países en los que tu jabalina fue el orgullo de quienes amamos el deporte. Ese deporte cuyo futuro está en tus manos. Espero que no olvides tus orígenes. Espero que tus prioridades vayan dirigidas a potenciar el deporte de base y no el profesional; que busques en los muchos Louredos que en Galicia son las niñas y los niños a los que les cautive tu historia y que hagan posible reeditarla. Soñabas cuando estudiabas EGB en Cortegada con poder vivir del deporte algún día. Te parecía entonces una entelequia que hiciste realidad. Haz ahora posible que otros niños, soñadores como tú, tengan la posibilidad de desarrollarse desde la base y no te dejes deslumbrar por el oropel del deporte profesional. Imprime todo lo que puedas tu carácter en un cargo en el que, me temo, tendrás que tragar sapos y carretas. Es la política, estimada Marta. Ahora ya no dependerás de tu fuerza física, de tu carácter, de tu anhelo por triunfar. Aquí te toparás muchas veces con el muro infranqueable de la política que no siempre se rige por postulados dictados por el barón de Coubertin. No sé quién fue tu padrino (sí sé que para triunfar en política, y más en esta tierra, hay que tener un padrino) pero apostaría, para terminar la misiva en los términos de azar con los que la empezaba, que detrás de tu ascenso están las palabras sabias y sensatas de Mario Guede, el concejal del PP en el Concello de Ourense que un día, como maestro de Cortegada, creyó en ti como atleta y acertó. Espero que aciertes tú ahora y no le defraudes ni a él ni a los ourensanos que estamos contentos de haber puesto un pie, aunque sea vía pedrea, en esa Xunta de Feijoo tan esquiva y cerrada a los talentos de As Burgas.
josemanuel.rubin@gmail.com