Salto la liebre con todas las fuerzas desde el momento que se ha puesto en duda o eliminar la Transición por ser, según parece, una imposición. Cuando entre todos pensábamos que habíamos enterrado nuestro pasado, que seriamos capaces de convivir en paz, tal como decía la canción de Jarcha “Libertad sin ira” que se puso de moda en aquella época, se estrenó en la salida del periódico Diario16, con presencia de todas las tendencias políticas en un lugar emblemático en aquel tiempo “Mayte Commodore”, hoy inexistente.
Las cosas fueron cambiando, los intereses de algunos primaron sobre lo conseguido, la bicolor que había sido aceptada por los partidos de izquierda, empezó a ser considerada como de extrema o ultra derecha, por contra la tricolor apareció en casi todas las manifestaciones representado lo contrario. Paso a paso se llegó a la llamada “Ley de Memoria Histórica”, que en ciertos casos dividió más “Las dos Españas” de Antonio Machado. Lo que nos está conduciendo a querer eliminar la Constitución de 1978, o que finalmente con unas Cortes devaluadas la proclamación de un República semejante a la Segunda República.
Lo que tenemos realmente sobre la mesa es ¿Monarquía o República?. Ahora bien en un país democrático existen leyes, la Constitución especialmente, que hay que respetar, por lo que mi primera premisa es que si queremos República, lo primero que hay que decir al pueblo es como se va hacer por la vía constitucional, ningún otro camino es democrático.
La Monarquía es una Institución que está en la Constitución, sus funciones definidas en la misma. ¿No nos gusta y le exigimos más responsabilidad?. ¿Que lo que está transmitiendo no es acorde con lo que pensamos, necesitamos y posiblemente es necesario?, desde mi humilde punto de vista sí. Que el coste es elevado, no puedo opinar, simplemente he leído con motivo de la presentación de los Prepuestos, en los que no se aumenta nada sus asignaciones, es más barata que algunos presidentes de repúblicas, uno de ellos el alemán.
Sí nos inclinamos por la República, también tenemos que preguntarnos ¿Qué República?, no es baladí la pregunta. Sólo a título de ejemplo, la Alemana cuyo presidente lo elige el Bundestag (parlamento alemán) figura más bien de representación con Primer Ministro elegido por los partidos representados en el Bundestag, la francesa, Presidente elegido por votación, y Primer Ministro por el Parlamento francés, lo que puede originar que sean de partidos políticos diferentes (ya se vivió en lo que se llamó cohabitación), la americana con presidente elegido por votación con poderes ejecutivos y de Comandante en Jefe del ejercito, entre sus poderes tiene el veto a ciertas leyes que emana del Congreso y Senado.
Todo ello nos conduce a que cuenten con la ciudadanía para decidir lo que queremos que sea nuestro país, al margen de banderas con dos o tres colores, es decidir que es lo más conveniente para todos, cómo hay que hacerlo, y sí el momento por el que estamos pasando es el más adecuado. Por encima de intereses de partidos, individuales e incluso ideológicos, está lo que el pueblo necesita hoy para salir de donde nos encontramos, con una tasa de paro elevada, cierre de empresas de todo tipo, con familias enteras sin recurso, jóvenes con un porvenir negro, deudas estatales y autonómicas astronómicas, emergencia energética, agrícola y ganadera … un panorama que los políticos deben tener en cuenta para definir las prioridades. Dejemos de jugar en el límite de las leyes, seamos demócratas y cumplámoslas. Somos una nación, con una Constitución, escudo y bandera aprobados en el Parlamento. ¿Queremos cambios?, hagámoslos si la mayoría lo quiere, conforme dice la Constitución.