Los momentos que vivimos son frecuentemente de enfrentamiento verbal por cualquier palabra o idea que vaya contra lo que pensamos, lo hacemos en la mayoría de los casos atacando al que ha dicho lo que, aún siendo verdad, consideramos una grave ofensa. Sucede en cualquier ámbito deportivo, político, literario, ocio.…
Hace varias semanas en una de las habituales tertulias de las emisoras radiofónicasourensanas, y comentando lo que estaba sucediendo en esos momentos, uno de los tertulianos expuso lo que para él podría ser una solución al problema. Nunca lo hiciera, los que se sintieron aludidos no valoraron si la solución era buena o no, le atacaron directamente, y para ello utilizaron lo que ya es conocido en estos casos las “redes sociales” en donde, afortunadamente, es una minoría que arma mucho ruido, aunque en este caso duró bastante tiempo.
Atacan violentamente bien con sus datos reales, bien con un perfil que se inventan para no dar la cara. Espero que con el tiempo esto se vaya arreglando, aunque lo más importante es el “insulto” cómo respuesta a la opinión de alguien, los que tenían que dar ejemplo en el Parlamento son los primero en incumplirlo. Si somos realmente una democracia lo que tenemos que debatir son las ideas, las formas de aplicarlas y dando las soluciones que pensamos son las adecuadas. Las consecuencias de “insulto” cómo arma es pasar de la violencia verbal a la física, y no me refiero a los anti-sistemas, estoy hablando de gente normal. Según datos policiales las denuncias por delitos de odio en la Comunidad de Madrid se han multiplicado por cinco de 2014 a 2016, la violencia se extiende, a todos los ámbitos, en el mes de marzo en dos partidos de fútbol, infantiles y juveniles tuvieron problemas violentos, por causas nimias, pero el “ambiente” en el que se desenvuelve nuestra sociedad nos está conduciendo a estos tristes sucesos. Todos con nuestra actuación tenemos que poner fin, es global lo encontramos en la mayoría de los países, las consecuencias las conocemos y no quiero que se produzcan, al contrario tenemos que ir a una sociedades de hombres libres, al trabajo como medio para contribuir al bien individual y común, para lo que también es preciso que todos los partidos vayan en esa dirección.