No es ciencia ficción, aunque ésta se ha adelantado en muchas ocasiones a la realidad, en la última década del siglo XX en laboratorios japoneses se intentaba alcanzar mayor rapidez en los procesadores de los computadores y se hicieron pruebas con procesadores “Intel” usados en aquella época con neuronas de ratones. Por razones que desconozco no se volvió hablar del tema, lo que sí sabemos es que con la IA (Inteligencia Artificial) se han dado pasos de conexiones genéticas y neuronales agrupándolas en lo que conocemos cómo ingeniería genética, IA, o robótica, llegando a que la identificación de formas geométricas sea un hecho. Queda aún un largo camino por recorrer en la percepción y en la correcta identificación de todos los objetos, aunque los avances son muy grandes y tenemos cercano el momento en que así sea. Existen robots que tienen sentimientos e incluso practican sexo con seres humanos, y hacen el cubo de Rubik en 0,637 segundos. Los sentimientos están muy conseguidos, aunque no pueden alcanzar la profundidad y la amplitud de la percepción y creatividad humana cómo escribir un poema o pintar ¿quizás en 20 años?. Hasta donde se llegara, en los inicios de este siglo dije que se nos presenta un problema moral, ético y de evolución, lo que no debemos descartar es que humanoides o robots no sea otra forma de evolución humana.
Me viene a la memoria “El mundo feliz” de Aldous Huxley que describe una tecnología reproductiva, cultivos humanos e hipnopedia (educación a través del sueño) que cambian radicalmente la sociedad, lo que en 1932 parecía utópico, en donde la diferencias sociales (las castas: Alfas, Betas, Gammas, Deltas y Epsilon, sean comparables a humanos humanoides o robots) eran profundas, ahora ya las estamos viviendo. No se pueden poner cercos al mar, pero cómo dice Huxley “Nada se puede alcanzar sin constancia… Pero yo no quiero la comodidad. Yo quiero a Dios, quiero la poesía, quiero el verdadero riesgo, quiero la libertad, quiero la bondad”, el hombre tiene capacidades que aún no ha explotado y que pueden conducirnos por caminos evolutivos que no podemos vislumbrar, y eso que Stephen Hawking ha dicho: “El desarrollo de la inteligencia artificial podría significar el fin de la raza humana“.