Aunque somos una de las democracias más jóvenes de Europa, al margen de las que pertenecían al entorno de la Unión Soviética, desde los años ochenta y tras el fracaso de la intentona golpista del 23F podemos presumir de que iniciamos una era en la que tratamos de adecuar los gestos y las leyes a lo más moderno y avanzado que pueda existir, al día de hoy pienso que lo hemos conseguido, o en el peor de los casos estamos en el segundo o tercer escalón. Aprobamos en 1978 una Constitución que pensaba que se había realizado con el consenso de todos los partidos de ámbito nacional, especialmente de la extinta UCD y PSOE, pero también con PSC, AP (hoy PP) y el PCE (Hoy IU) cómo principales protagonistas, aprobada en referéndum y en las Cortes Generales (Congreso y Senado) por una amplísima mayoría. Hoy en muchos ámbitos se duda de ese consenso y se habla de imposición, que no la hubo, y algunos protagonistas, cómo Alfonso Guerra, que aun viven lo pueden aseverar. Al ser avanzados cuando no conviene lo escrito en la Constitución o impide hacer lo que quieren no la cumplen o se retuerce hasta hacer que se lea lo que no está escrito, incluidos los que gobiernan en distintas CCAA. Todos sabemos lo que ha sucedido de norte a sur y de este a oeste de la “Piel de Toro”, si no gusta que se reforme, para ello hay que ser dialogantes cómo en los países que la tienen desde hace décadas e incluso siglos. Al ser más avanzados eso no se lleva, hay que hacerlo de otra forma.
Pensé en lo anterior cuando leí un artículo de Jean de Lothier en el semanario “Diorama Letterario” que me trajo a la memoria “El Contrato Social” J.J. Rousseau que inducía a pensar que la justicia y la verdad no son categorías permanentes de razón y que en cada instante y lugar son decisiones de la voluntad, el socialismo en una reacción legítima contra este pensamiento de actuar fueron los dos elementos que nos guiaron durante estos siglos. Quisieron cambiar, aparecieron otros partidos, y casi todos optaron por decir lo que la gente quiere oír, olvidándose de que la comunidad quiere que se que satisfagan su necesidades con hechos reales, no podemos estar en manos del partido que sabe hacer mejor marketing demagógico, ni del partido mejor organizado pero que aporta muy poco.