Cuando en la Universidad leí lo que se pretendía hacer desde hacía 50 años, nuca pensé que se pudiese hacer realidad. Hoy siguiendo paso a paso los diez puntos veo que si se cumple y la sociedad impasible por creer en ello o por miedo lo está consintiendo, las consecuencias las conocemos aunque da la impresión de que muchos a pesar de los millones de muertos no han aprendido.
Los fines de semana en casi todas las ciudades grupos de adolescentes con alcohol se reúnen para beber, las consecuencias las conocemos todos: comas etílicos atendidos en las urgencias hospitalarias, es el “botellón”, con otras consecuencias cómo abortos o niños no deseados, y eso que los lunes la “píldora del día después” se despacha en abundancia en las farmacias, sin contar con los que se inician en la droga. Los medios de comunicación lo denunciaron, rápidamente surgieron otros que defienden con fuerza esa forma de pasar los fines de semana, llegando algunos a volcarse totalmente en ella, dividiendo a los ciudadanos en un tema que tiene mucho que ver con el futuro, los líderes ni se atreven a decir nada, y el que lo denuncia es automáticamente señalado como retrogrado, fascista y epítetos semejantes para desacreditarle.
Es cierto que hablan en nombre de la democracia e incluso de las libertadas en un Estado de Derecho en el que no creen, ni cumplen las leyes o las recurren hasta la extenuación. Se aprovechan de la corrupción, de la que se algunos de ellos no están exentos, utilizándola como arma arrojadiza para desacreditar las instituciones, cuando a ellos se les encuentra con el “carrito de los helados” dicen que desconocían que era ilegal, que la ley se ha interpretado mal, e incluso que se les acusa injustamente; al mostrarles los datos en los que se demuestra lo que han hecho lo solucionan con decir “asumo la responsabilidad”, convirtiendo a este hermoso y viejo país en el peor ejemplo de todos los que nos rodean. Dinero que proviene de los impuestos y que por lo tanto es del pueblo, aunque ellos que representan al ciudadano deberían velar porque se utilizasen para el bien común. Lógicamente la población se pone en contra de los gobernantes, los “infiltrados” buscan a los que participan y promueven disturbios para que la democracia, sin adjetivos, desaparezca, propiciando huelgas en los días que mas perjudican al ciudadano con menos recursos, llegando a llevar las luchas sucias al Parlamento para destruir los valores morales, la honestidad y la creencia en las promesas de los gobernantes, saben que por “miedo” o “razones que no se comprenden” los apoyaran otros partidos.