El 22 de septiembre del año 2007 en el periódico “El País”, desde Varsovia, Cristina Galindo publicaba un reportaje “Morir de frío en la frontera verde“1. Una mujer chechena y sus cuatro hijos intentan entrar ilegalmente en Polonia. Son abandonados por su guía y la mujer deja a sus tres hijas en el bosque mientras parte en de busca ayuda con su hijo pequeño. Tarda dos días en ser encontrada por la policía… “Cuando volvieron las niñas estaban muertas cubiertas por helechos en el puesto fronterizo número 82″1.
En este año 2017 miles de refugiados se concentran en los límites fronterizos sin ser acogidos. Criaturas incómodas para nuestro sistema incapaz de dar una respuesta integradora. ¿Por qué no entendemos que somos una comunidad glogal ineludiblemente interconectada formando un organismo vivo con el planeta tierra?.
Aprendí de mi experiencia investigadora – durante el proceso de tesis doctoral – que una escritura con fuertes anclajes puede ayudar a esclarecer la complejidad facilitando la comprensión de los conflictos. Asumir esa conciencia altera nuestra vida porque nos obliga a comprometernos y vernos como parte del problema. Al sentir la herida en nuestro cuerpo global no podemos evadirnos. Para hacer una aproximación a la crisis de los refugiados es preciso desactivar la manipulación mediática a la que estamos sometidos. La tesis que defiendo es que si tomáramos conciencia de lo que realmente está sucediendo tendríamos una respuesta creativa ante el conflicto.
Para enfocar este análisis utilizo tres conceptos: interser, interdependencia y “worldlessness”2. El concepto de “interser” proviene de los escritos del monje vietnamita Tchich Nhat Hahn (Vietnam, 1926) propuesto para el Nobel de la paz por Martin Luther King en 1967. En su libro “El niño de piedra y otras historias”3 nos cuenta la huida de los refugiados cuando Vietnam era una herida abierta y ardía en llamas ante la pasividad del mundo. La odisea de embarcaciones en medio de ningún lugar mientras los gobiernos del golfo de Tailandia no aceptaban a los “boat people” que se quedaban varados para no convertirse en un problema para los estados limítrofes. “Shantisuk” es una embarcación que fué alquilada por T.N.H. y Chân Không (monjes budistas) para rescatarlos en el mar del Sur de China. (Esta experiencia está contada en “Un solitario pez rosado”3).
Me refiero a estas diásporas – incontables a lo largo del tiempo de la humanidad – intentando desenredar el nudo de nuestra incapacidad para crear un mundo compartido. En el pensamiento de Zygmunt Baumann (Poznan 1925 – Leeds 2017) uno de sus conceptos clave para entender el siglo XXI es “interdependencia” fruto de la globalización en la que estamos inmersos. En su ensayo “Extraños llamando a la puerta” analiza el éxodo que empuja a las personas a dejar su vida desestructurada en busca de seguridad y protección.
Los conceptos de “interser” e “interdependencia” formulan entrelazamientos que impiden predecir nuestro rumbo como humanidad. La tecnología acelera el ritmo de los fenómenos y los amplifica dificultando la reflexión cuando es necesario detenerse para comprender. Un mundo compartido es la capacidad de construir una realidad colectiva que nos acoja transformando el potencial individual en bien común. Estamos hiperconectados pero necesitamos aprender a pensar de forma interdependiente. Lo que permite que yo exista es el tejido en el que aparezco. Los valores que sostienen la vida no son cuestiones individuales sino labores pacientemente creadas desde la colaboración. Esa paciencia que es tiempo detenido y condensación sensible parece inalcanzable en un mundo que devora información pero no es capaz de asimilarla. La comunicación virtual sintetiza la realidad hasta pulverizarla. Cada ciudadano provisto de conexión a la red es un ángulo visual. Un destello oscilante. Ese movimiento no permite la profundidad necesaria para alcanzar la raiz de los problemas donde subyace la solución. El mundo que habitamos es una creación de nuestra mente colectiva. T.N.H. nos lo recuerda en casi todo lo que escribe. Nos invita una y otra vez a profundizar en la comprensión de las causas del sufrimiento porque solo desde la observación intensa pueden resolverse los conflictos. Cruz López Viso, 2017.
Bibliografía
1GALINDO, Cristina. “Morir de frío en la frontera verde”. “EL País”.22 de septiembre de 2007.
“Una mujer chechena de 36 años perdió a sus tres hijas cuando iban camino del paraíso europeo. Xaea, Ceda y Elina de 13, 10 y 6 años murieron de frío y cansancio a principios de septiembre cuando intentaban entrar ilegalmente en Polonia con su madre y su hermano pequeño Mahomet. Procedían de Shali a 20 Km de Grozni (….) Un guía les llevó en coche desde Chechenia hasta Moscú, de Rusia fueron a Ucrania y allí en las montañas, el guía les abandonó (….). La temperatura apenas superaba los cero grados y las niñas llevaban ropa de verano (…) La madre desesperada cargó a su hijo varón y fue a buscar ayuda. Tardó más de dos días en ser encontrada por la policía. Cuando volvieron las niñas estaban muertas cubiertas por helechos en el puesto fronterizo número 82”.
(Publicado en el Pais el 22 de septiembre de 2007 por Cristina Galindo desde Varsovia.)
2ARENDT, Hannah. “Hombres en tiempos de oscuridad”. Barcelona: Gedisa. (2012).
3THICH NHAT HANH. El niño de piedra y otras historias vietnamitas.
Barcelona: Ediciones Oniro, S.A., 2000.