Las tonterías de los telediarios que no saben como ocupar su espacio para justificar su negocio me buscan las cosquillas. Casi lo soporto menos que esa puñetera propaganda que la meten por debajo como una violación rastrera sin fuerza física pero con total influencia psicológica, con los parlanchines periodistas vendiendo el gas o la nevera – el producto es lo de menos – bajo el mismo tono con el que comentan un asesinato o un ataque sirio a los kurdos; se llama a esta nueva práctica nada ética del periodismo, publicidad “indígena”o “nativa, que Julia Cagé define de la siguiente manera: “Formato publicitario orientado a ofrecer un contenido publicitario al consumidor en el contexto de su experiencia como usuario haciendo todo lo posible para hacer creer que el contenido se ha producido por la redacción o que por lo menos se integra naturalmente en su experiencia”. Pues sí, ayer tocó esa típica noticia-tontería de relleno de telediario fabricado para entretener más que para informar, con un análisis grafológico de los candidatos a gobernarnos el país a partir del próximo día 10, que ya veremos… Que en dos segundos nos quieran detallar aspectos de la personalidad de estos políticos, cuál si fueran otros, es tan frívolo y trivial que flaco favor le hace a la fama de esta pseudociencia.
Porque, además, me puede decir alguien si el que firma este carnet del Conservatorio de Música de Ourense, que soy yo, tiene un carácter firme o acomodaticio, es fuerte o pusilánime, hace la caca suelta o más bien giña con dificultad dura de estreñimiento, le gusta Malher o el Dúo Dinámico, y sobre todo ¿es la misma persona que firma hoy de otra manera tan distinta? Lo que sí sé hoy, por la firma del ayer lejano, es que fui en su día al Conservatorio aunque no distinga el “sol” de “mi” vida musical ¿oído cocina?, y eso a pesar de que alguien pudiera sospechar lo contrario debido al tamaño de mis orejas, pero es que no siempre la función hace al órgano.