Conjugar el verbo “perder” en primera persona es algo que no gusta a nadie, es más, lo contrario sería anormal, pero de ahí a no saber perder debe ir un mundo de incongruencia, pues es inevitable que alguien pierda para que otro gane. Hoy me ha tocado a mí perder una elección, no importa aquí la razón, y sin embargo siento cierta satisfacción, ¡coño, qué fuerte suena esto aunque sea verdad!, pues es en estas ocasiones cuando uno siente con mas fuerza su propia estética y se identifica o no con ella, la misma que antepone al triunfo un principio de plena libertad por participar y que habla del derecho a la honesta discrepancia; porque una derrota nos hace seguir sintiendo la humildad propia de nuestra condición de ser, y esto es bueno; porque se gana tiempo futuro para otras cosas; y porque en mí siento respaldada una ética que no antepone el fin a los medios.
Lo importante es que gracias a una confrontación electoral se han aireado escrituras de sociedades dormidas en los cajones de despachos de gerentes y administradores, asesores y notarios, se han levantado voces disconformes con la rutina de años, ha revivido una Cámara con el aliento de personas guardando colas de hora (me encantaría conocer el dato de cuál sería la participación en una elección general con esta grave e incómoda espera), votos novedosos como esperanzas nuevas para que Ourense discuta por su realidad y futuro a pié de obra; ahora sí se acerca el momento de tal o cual “presidente”, porque finalizó el proceso electoral y se oyó para un tiempo la única, autorizada y verdadera voz de los asociados, los electores. Hoy yo hago “otros” votos diferentes a los de ayer para que los ganadores encuentren con el puntero de sus cargos el camino que nos conduzca a todos los ourensanos a una mayor prosperidad, que tanto anhelamos.
Por otra parte, saber perder es una cuestión, además de estética, casi de fé en que algún día la victoria puede llegar y ahí sí que es necesario saber estar, saber ganar, para lo cual es bueno saber perder (aunque hablar aquí y ahora de ganar y perder casi suena a necedad cuando “allí”, dónde se cuenta que nació Dios, se libra otra votación con balas de muerte en lugar de papeletas; en este tipo de lides de tan desgraciado calado, que lamentablemente abundan en nuestro egoísta mundo, sí que hay que hablar en su sentido mas peyorativo de un gran perdedor, el género, nuestro género humano). Hoy somos unos y mañana serán otros, es así este juego, por ello lo importante, como debería ser en todo tipo de juego, es la actividad desinteresada y la complacencia sin finalidad útil, participar aunque se sepa que no se puede ganar.
Así que mis felicitaciones a los vencedores, y también a los perdedores que tenemos una buena ocasión de mostrar la caballerosidad; a procurar evitar los problemas logísticos sufridos en esta elección para la próxima ocasión, a aumentar la aún pírrica participación, y enhorabuena general a todos.
Moncho Conde-Corbal ( 04/04/2002)
Nota de 05/12/2017.- Traigo aquí este artículo que data del 11 de abril del 2002 porque la hemeroteca es el mejor termómetro para conocer de la coherencia en esta ciudad. Los agoreros que ‘reventamos’ siempre las malas costumbres ancladas en los centros de poder de una ciudad provinciana como la nuestra, Ourense, parece que con el tiempo no lo somos tanto sino los extremos que nos desmarcamos de esta comodidad autoimpuesta para no molestar a los caballeros influyentes. El artículo trata de la derrota que tuve (nunca la sufrí pues mi propósito era únicamente incordiar) con motivo de presentarme a una elección de la Cámara de Comercio donde la presidencia estaba atada de antemano, como siempre, en este caso para el hoy fallecido Fernando Fontán, entonces gerente de COPASA, y que por ser mosca cojonera obligué a celebrar y movilizar el candidato todas sus fuerzas entre las que se encontraban las representaciones de varias empresas filiales o amigas. El caso es que no hubiera reelección tácita por falta de candidatos y allá que me fui yo sin encomendarme a ningún Fontán ni ningún Moure. Pues hete aquí que esta Cámara de Comercio de Ourense, donde se libró esta batalla que después abrió otras, está agonizando con sueldos de trabajadores sin pagar y pendientes del respirador artificial de la Xunta y Diputación para seguir mangoneando un poco más. En fin, aquí queda el artículo en cuestión: