Lo primero es que ya podemos ir de elección en elección, hasta sumar varias en el mismo año, que no por mucho convocar al ciudadano la democracia resulta mejor, pues hasta que no se cambie el sistema de elección de nuestros representantes la cosa va a ser que ni fu ni fa, ya que el actual sistema protege ‘el ponerse firmes’ ante los comités electorales en cada partido por encima de cualquier otra posibilidad. Parece que nadie caiga en la cuenta que para afrontar la gran ventisca de crisis sería preferible doblarse como espiga que mantener ‘firme’ la columna/postura que quebrará ante la poderosa fuerza de la naturaleza.
Otra cuestión importante a reformar es el reparto del trabajo. En un mundo donde las nuevas tecnologías sustituyen la mano de obra es lógico pensar que cada día que pase la máquina sustituya más y más ese bien escaso que es el trabajo. Es hora de ir pensando en cierta incompatibilidad de empleo público y privado. No puede prosperar ningún país donde la mentalidad mayoritaria entre sus jóvenes sea sacar una oposición, ¡a vivir que son dos días!; pero es lógico este pensar si se premia la seguridad, no solo ya sin coartar la libertad sino que incluso potenciándola ante la competencia. Es necesario el debate ante el grave problema laboral que suscita el viejo dilema de seguridad y/o libertad, pues la libertad de uno termina donde empieza la de los demás, y muchos ‘demás’ necesitan trabajo para que comience su libertad. Pero, siguiendo con la incompatibilidad, exijamos acabar con aquella que peor huele y que trata de puestos laborales anexos a cargos políticos. Esa puerta giratoria de la que tanto se habla pero que nadie inmoviliza, de flujos entre consejos de administración de empresas privadas o públicas y responsabilidades administrativas y/o políticas. Ejemplos pavorosos como el de Aznar, Zapatero o Felipe, por poner tres ejemplos de máxima autoridad gubernamental que se aprovechan después para recoger dinero a manos llenas de corporaciones y grandes empresas, además de chupar del bote Consejero de Estado por haber sido lo que fueron. Puñetera vergüenza les debía dar pero se la pasan por el forro de … forrarse hasta donde puedan.
Por asociación de ideas, junto a política cabe hablar de corrupción, y como atajarla, pero aquí se me cruza la medida alocada de un amigo que podría ser hasta oportuna ante este momento de pillería generalizada, cual es legalizarla en una escala de latrocinio suficientemente alta pero nunca tanto como esa luna de Valencia, o de ERES de Andalucía, o de Catalonia Pujolista, o de Gurtel popular, o de pokémon galaica, o de … Lo siento pero lo tengo que dejar aquí porque ya no me quedan líneas para continuar, pero algún día seguiremos con los cambios necesarios.