Hay gente que perturba; no sé si responden a la denominación de gafes o más bien expelen una especie de aura maldita que da al traste con la posibilidad, aunque sea remota, de unas horas felices. A lo largo de cualquier vida, si uno investiga cuidadosamente, verá que existen personas así, que, no sé si voluntaria o involuntariamente, degradan la existencia o convierten un momento que pudiera ser afortunado en una pequeña catástrofe. No hablo de los indeseables que aparecen cada mañana en las páginas de los periódicos y nos obligan a creer que esto no tiene remedio, no; me refiero a vecinos o conocidos que entran un instante en nuestras vidas y fastidian ese proyecto de felicidad, de efímera felicidad que es la única que corresponde a los seres humanos. Tenemos posibilidades sensoriales para detectar su presencia y evitarla en el futuro así que es cuestión de permanecer alerta para rehuir los encuentros con esas personas turbias que estropean los frágiles proyectos de dicha que uno atisba cuando el optimismo contra natura nos invade. Les daré un par de indicaciones para descubrir a esos farsantes intolerables que envenenan nuestros días. En primer lugar, si se sientan a su lado usted detectará un golpe de frío aunque esté en pleno mes de julio y a cuarenta grados. Pensará que alguien ha encendido el aire acondicionado pero no, es ese intruso que perturba y que con su sola presencia amarga el instante de reposo que habíamos previsto; tiene la categoría fantasmal de un espíritu cuya manifestación adivinamos en un viejo caserón. Asimismo, aunque usted esté comentando con alguien la buena fortuna de un negocio que le salió bien o una noticia que lo alegra, en cuanto se acerque ese siniestro personaje, notará cómo instantáneamente se desmorona su alegría que se verá suplantada por una amargura cuyo origen desconoce porque objetivamente carece de motivos para dejarse ganar por esa tristeza repentina e invencible. La noticia feliz, entonces, la buena fortuna del negocio favorable, le parecerán intrascendentes y hasta levemente obscenas. Por último, usted está tranquilamente en un bar con alguien y ha elegido una botella de su vino preferido no porque tenga nada que celebrar sino simplemente porque la compañía es agradable, la conversación ingeniosa y la tarde o la noche parecen perfectas como un decorado: entonces se acerca el individuo de marras, se sienta a la mesa y ese vino que usted probó cinco minutos antes y que le parecía exquisito, oloroso, equilibrado y perfecto para disfrutar de la vida, le resulta poco apetecible, incluso descubre que hay ciertos elementos que perturban su degustación, que la temperatura no es la adecuada y, además, parece que está picado. No devuelva la botella y solicite otra porque mientras el intruso permanezca en la mesa con usted, cualquier vino que pida le sabrá a demonios. En ocasiones, cuando se acerca ese agente perturbador, pueden darse las tres circunstancias que lo definen: el frío, la tristeza y el sabor amargo del alcohol. Están ustedes avisados: huyan de esa gente sin concesiones o de lo contrario no habrá un solo instante de felicidad en sus vidas.
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CHESI
CHESI
José María Pérez Álvarez,"Chesi", escribió"Nembrot" y"Cabo de Hornos", novelas espléndidas y aplaudidas desde la crítica como alta literatura contemporánea española. Anteriormente,"Las Estaciones de la Muerte" y"Un montón de años tristes", suponen para los ourensanos una vivencia especial al situar su acción en la capital y el Liceo. Su última novela,"La Soledad de las Vocales", simplemente, ¡extraordinaria!
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