La crisis o el fraude universal en el que la mayoría hemos caído como garrulos a causa de las fechorías cometidas por otros, se está llevando por delante de forma sañuda buena parte de los derechos que deberían ser intocables, nuestro futuro, el de generaciones venideras y, en ocasiones, las vidas de las personas. Uno sabe o intuye que existen estamentos a los que la crisis rodea o atraviesa sin mancharlos como en una milagrosa y virginal concepción. Pero hemos descubierto que de la crisis y sus consecuencias catastróficas ni Dios está a salvo como Benedicto XVI (o, en el ruidoso y zafio cántico de miles de gargantas entregadas a loar sus maravillas, Benedicto Equis Uve Palito), nos ha hecho saber: en el portal de Belén no había ni mula ni buey y de ese modo, siguiendo la línea marcada por Alemania, Bruselas, el Fondo Monetario Internacional y otros escualos financieros, ha recortado la calefacción natural que el neonato disfrutaba en el pesebre. ¡Vaya por Dios! Es decir, ha prescindido de lo superfluo y si no lo tienen muy claro, piénsenlo: lo que es intocable ahí sigue sin quebranto alguno: el carpintero manso asiste sin un ápice de asombro al hecho de que su esposa quede embarazada por obra y gracia del espíritu santo. De esa forma, el pontífice optó por recortar lo inútil, lo que generaba pocos gastos y se cargó de la celestial escena a los cuadrúpedos. Si verdaderamente quisiera ahorrar, emprender una severa política de recortes y austeridad, debería haber prescindido del pájaro porque el ave es la que produce los verdaderos dispendios de la santa madre iglesia ya que genera y sustenta un fervorosa teoría avícola que uno, por más vueltas que le dé, es incapaz de entender quizá porque carece de la gracia santificante y de la fe necesarias para, si no comprender, al menos aceptar tales arcanos. Si en ese bucólico a la vez que tétrico escenario del pesebre hubiesen permanecido sólo los figurantes secundarios el asunto no pasaría de una decoración más o menos feliz y de escasa inversión; pero al mantener la figura del espíritu santo, que lo mismo procrea un niño que es Dios, dota del don de lenguas a analfabetos y logra otras maravillas a las que uno asiste atónito, prolonga la martingala eclesiástica que genera los verdaderos gastos y pompas y prebendas y canonjías. Sabemos de qué se alimentan una mula y un buey pero sospechamos que el espíritu santo debe de ser de paladar más fino y proclive a exquisiteces de El Bulli pero en celestial manjar. En fin, que Benedicto Equis Uve Palito, recortando las tranquilas figuras de los cuadrúpedos que daban calor al niño Jesús, poco ha ahorrado al erario público de la religión católica. Para llevar a cabo recortes verdaderamente contundentes sería necesario prescindir asimismo de José y de María, amén del espíritu santo, y, tal como están las cosas ahora, decidir que Jesús nació de una familia desestructurada y que fue abandonado en un portal porque, desmantelado así el negocio del vaticano, ahorraría mucho a los españoles que para bien o para mal pertenecemos a un estado aconfesional que, ya que algunos se quejan de lo que se les regala a sindicatos, gobernantes, fundaciones y otras variedades del despilfarro, sin embargo sigue inyectando dinero a una organización religiosa, que sí, todo lo que ustedes quieran, presta sus servicios a la sociedad pero también los prestan la cultura, la sanidad, la investigación y el desarrollo y, pese a ello, han enarbolado el hacha y están talando los troncos sin ninguna piedad ni cargo de conciencia. La crisis, al final, la pagan los bueyes y las mulas. Los de siempre: los mansos. José María Pérez Álvarez (Chesi)
LA CRISIS DE BELÉN
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CHESI
CHESI
José María Pérez Álvarez,"Chesi", escribió"Nembrot" y"Cabo de Hornos", novelas espléndidas y aplaudidas desde la crítica como alta literatura contemporánea española. Anteriormente,"Las Estaciones de la Muerte" y"Un montón de años tristes", suponen para los ourensanos una vivencia especial al situar su acción en la capital y el Liceo. Su última novela,"La Soledad de las Vocales", simplemente, ¡extraordinaria!
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