Me aburre este país cainita. Es lo peor que puede sucederle a alguien: desinteresarse del presente que está sucediendo a su alrededor. Me aburren los políticos, unos y otros, con sus desmanes, sus excesos, sus miserias que trasladan al corazón de los ciudadanos. Me aburren los bandos que se enfrentan, el Real Madrid contra el Barcelona, el espectáculo del fútbol en el que cada día hay algún jugador ensangrentado como si fueran peleas barriobajeras.
Me enfada la similitud de nuestras ciudades, las ferias gastronómicas, las estatuas callejeras, las librerías plagadas de best-sellers, las fiestas veraniegas, los canales de televisión. Me aburre que nos quejemos de un país que, en comparación con tres cuartas partes del planeta, es un país privilegiado. Me aburren los presentadores de televisión, los periodistas de los programas de entretenimiento, los contertulios, los artistas, los éxitos del verano, las procesiones, las películas de Torrente, los desmanes urbanísticos, me aburren los eslóganes y los anuncios publicitarios, las banderas enhestadas como sables justicieros, me aburre un planeta que se extermina sin consideración, me aburren los tópicos, esta España mía / esta España nuestra que alguien se empeña en convertir en una trinchera a cuyos lados nos disparamos con todo el rencor del mundo, me aburren los homilías y los consejos, las prohibiciones y el afán por medrar, me aburren las conmemoraciones y los días dedicados a algo o a alguien, me aburre que planteemos nuestros problemas sobre pieles extranjeras, me aburre haber nacido aquí, me aburren las campañas electorales y las urnas, me aburre casi todo excepto algunos amigos, la familia, algunos libros, algunos cuadros, alguna música.
Me aburren los diarios, los editoriales, los símbolos, los obispos predicando el fin del mundo (espiritual) en tanto el fin del mundo (ambiental) está sucediendo realmente, me aburre el hecho de vivir y yo no sé quién ha conseguido que esto sea así pero maldito sea, me aburre una vida sin sentido de la que disfrutan unos pocos y son explotados todos los demás, me aburre el hecho de levantarme cada mañana y saber qué voy a encontrarme, qué va a gritar Rajoy, qué va a replicar Zapatero, me aburre la corrupción de unos y de otros, la voracidad de los bancos, me aburre la música de los grandes almacenes y esas mercancías expuestas heterogéneamente, me aburre mi nombre y mi DNI y me aburre no saber dónde puedo refugiarme para huir de tanto aburrimiento. El aburrimiento quizá conduzca a la rebelión. Ojalá. Aunque tal vez no sea aburrimiento sino hastío.Machadiano hastío.