Allá por el año 1987, cuando uno creía en tantas cosas, en una entrevista que le hicieron a un escritor sudamericano acerca de por qué no intentaba una novela en vez de dedicarse exclusivamente al cuento, venía a responder lo siguiente: “La novela es un género en el cual, si sobran páginas, no sucede nada; es más, con frecuencia, lo mejor de algunas novelas son las digresiones, lo superficial, esas páginas innecesarias pero que no están de más; la novela no se resentiría sin ellas pero tampoco se malogra por ellas. Sin embargo, el cuento, igual que el poema, no admite digresiones: es un artefacto preciso en el cual un adjetivo mal puesto, una frase innecesaria, un alarde superfluo, termina por destrozarlo”. Hoy, cuando uno ya no cree en tantas cosas pero sí en lo que Imre Kertész, escribió en Liquidación (Yo, sin embargo, creo en la escritura. No creo en nada más, sólo en la escritura), el hecho de abrir un libro de relatos como A punto de cruz, escrito por un atildado señor que nace, crece y se reproduce en Ourense, afirma a uno en esa creencia: la de la escritura. De Carlos García Manzano tenía yo unas vagas referencias: creo que pertenecía a un círculo poético y acaso a algo relacionado asimismo con el teatro y con frecuencia colgaba de la página de elcercano sus cuentos; confieso que, hecho como estoy a leer en papel, aquellos que eran más extensos solían saltármelos. Y de repente, por medio de elcercano, Carlos publica un libro titulado A punto de cruz. Y en ese libro, como decía aquel escritor del que hablé al principio, no existe una palabra de más ni una palabra de menos. En un género literario tan complejo, tan difícil y tan frágil como es el cuento, García-Manzano nos regala el acierto de 38 ejercicios no sólo de estilo sino de dominio de un género que me dejaron sorprendido, placenteramente sorprendido. No caigo en un ditirambo si afirmo que A punto de cruz en vez de haber sido editado gracias a los colaboradores de elcercano.com, hubiese sido publicado por una editorial más conocida y con la publicidad indispensable, estaríamos hablando ahora de uno de los mejores libros que salieron en el año 2013. La naturalidad de la prosa, el ingenio constante, el distanciamiento del narrador, la ironía y la retranca, la construcción de las frases, el exacto vocabulario, la cercanía de los argumentos y, particularmente, esa especie de mirada leve y delicada que pone Carlos en cada uno de sus textos, me sorprendió. No creo demasiado en la crítica literaria formal o académica. En un artículo titulado No disparéis al crítico, firmando por Francisco García Pérez (Faro de Vigo, 22 de enero de 2014) aludía a alguien que al hablar de El Quijote, incurría en la siguiente barbaridad: “Lo actantes y adyuvantes del Quijote articulan un modelo actancial analéptico, aunque proléptico en ocasiones no autodiegético, aunque sí dialogista tanto heterófono como heterólogo y heteroglósico , que genera un discurso heterodiegético, en el que no están ausentes ciertas reduplicaciones especulares propias de las estructuras metanarrativas. La modelización de omnisciencia autorial y multiselectiva secuencia una ‘mise en abyme’ no exenta de timelessness.” Si después de intentar descifrar eso, alguien tiene ganas de leer la obra de Cervantes, es que es un masoquista. Yo soy incapaz de incurrir en tales afectaciones, por falta de conocimientos, lógicamente, pero creo que no exagero al afirmar que el libro de Carlos García Manzano está lleno de logros literarios de una enorme calidad, que tienen el brillo (Carlos me lo perdonará) de sus inmaculados zapatos. No hay en el libro un relato que desmerezca, una página que decaiga, una historia menos subyugante que las demás. Confieso que particularmente, y tampoco entraré en las razones, los dos que más me gustaron fueron Paco El Bolas, que sí es un hallazgo metanarrativo, y Taberna Machado-Casa de pasto y de abrevar. Yo siempre tuve a Carlos por una persona atildada, de presencia inmaculada, de una educación exquisita y con un tono de voz excepcional, alguien, en definitiva, que si yo fuera presidente del gobierno, de inmediato lo nombraba embajador en algún país europeo, para que aprendieran. Pero al leer A punto de cruz, descubrí que además de lo ya citado, tenemos en esta ciudad un escritor extraordinario, que domina la técnica del relato como pocos, alguien que leyó mucho, escribió mucho, rompió mucho y sabe poner las palabras exactas le mot juste flaubertiano en cada línea, en cada párrafo, en cada relato. Y si cuando uno lee un libro que le proporciona el inmenso placer que el de Carlos García Manzano me proporcionó a mí, estoy en deuda con él y será difícil, muy difícil, pagarla. Así que, de momento, muchas gracias por tus textos, Carlos, y hasta la próxima.
BORDADO
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CHESI
CHESI
José María Pérez Álvarez,"Chesi", escribió"Nembrot" y"Cabo de Hornos", novelas espléndidas y aplaudidas desde la crítica como alta literatura contemporánea española. Anteriormente,"Las Estaciones de la Muerte" y"Un montón de años tristes", suponen para los ourensanos una vivencia especial al situar su acción en la capital y el Liceo. Su última novela,"La Soledad de las Vocales", simplemente, ¡extraordinaria!
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