Los medios literarios habituales, el modelo impreso, se enfrentan o, más bien, deben convivir con los métodos que la red suministra a los escritores, a los aficionados a la literatura. Los periódicos, los libros, las revistas, asisten a la irrupción de los medios digitales que reclaman un nuevo espacio en el que manifestarse. De ese modo, el blog se está convirtiendo en un arma eficacísima contra la literatura canónica. Si en esta última los nombres conocidos por todos acotan su terreno de manera casi dictatorial, las páginas de internet han abierto una grieta en el monolítico estatus por la que se cuela el aire fresco y renovador de otro tipo de literatura o, más bien, la voz de unos autores que recaban una nueva forma de entender el hecho literario. No se trata de bárbaros iconoclastas o de amateurs con ganas de dejar su sello sino de gente que intenta hallar su espacio, su resonancia con afán transgresor, con ganas de meter, en el mundo editorial, una manera diferente de concebir la literatura o, más bien, de difundirla. A través de los blogs (unos de sumo interés, otros que apenas aportan nada: en el fondo, como los libros en general) aparecen voces discordantes y arriesgadas. Sería inútil (por cuestiones de espacio) citar unos cuantos; pero sí es cierto que en ellos se enraízan las nuevas formas, las nuevas tendencias literarias, tanto formales como de difusión. Sin ellos, sin los blogs, posiblemente muchas de estas voces que ahora apuntan, apenas tendrían repercusión. Pero los blogs establecen unos puentes sutiles, unos mensajes para iniciados, y transmiten los descubrimientos entre sí, polinizándose y permitiendo que en ese espacio hallen su eco esas voces literarias nacientes.
Los blogs constituyen un escenario donde una obra se expone a la mirada de miles de usuarios. Las revistas y los suplementos, en general, destacan las afinidades editoriales, las relaciones sociales y cualquier lector de ellos tiene una visión amputada, interesada, de los nombres que circulan por sus páginas y que aparecen en los escaparates de las librerías. El blog no es la panacea ni el remedio pero sí, al menos, la posibilidad de que otros nombres, en general minoritarios, tengan su repercusión, su espacio. Son como círculos iniciáticos en los que los usuarios abogan por otro tipo de literatura y de distribución; por supuesto, hay autores interesantes y otros que no lo son pero, al menos, aparecen nombres que de otra forma nunca tendrían lugar en un mercado salvaje y regido por términos puramente económicos. Nunca viene mal un poco de aire fresco.