LOS ESQUELETOS
A mi camarero (perdonen la apropiación indebida) acaban de tocarle unas docenas de miles de euros en alguno de los múltiples juegos de este país convertido en casino con crupiers que se saben todos los trucos del mundo para despojar a los clientes hasta de las muelas postizas. El camarero ni ha hecho alarde de la buena suerte (“el azar es así de puto, mira tú”, comenta, “me detectan un cáncer y a