A trompicones, entrecortadas unas notas se cuelan de rondón. Suspiros de bandoneón, pellizcos de guitarra y lamentos de piano que no deja de sonar. Y como en un tiovivo, gira y gira sin casi tocar el suelo. Mejilla con mejilla, las manos entrelazadas y el talle ceñido, piel contra piel, el aliento al oído y desde dentro, como dice la canción, vanas quimeras que el corazón no logrará descifrar jamás. Y siguen girando como si las miradas fuesen un desdén ceñido al vestido de la piel de su piel. Un paso adelante, dos atrás, otro y otro más girando al compás. Pides cualquier cosa en la barra sin dejar de mirar porque acabas de entrar con la excusa de un café pero el camarero te pone una cerveza que tú no habías pedido. Tal vez sí pero ni siquiera te acuerdas. La llevas a la boca sin entusiasmo, retiras del bigote la espuma impertinente y los sigues con la mirada hipnotizado. Nunca antes habías entrado en una milonga porque en tu ciudad nunca las hubo pero aquel día, de casualidad, por aquel barrio que no caminabas desde sabe cuándo, oíste los compases que como lapas se te pegaron sin necesidad de escuchar dos o tres. Siempre te había gustado el tango y la música de bandoneón. Decías que era algo insolente, despechada y canalla. También decías que en tus fantasías, si volvieses a nacer, te conformarías con ser música de tango. Y no apartas la mirada. Te fascina aquella escena de dos cuerpos desplazándose como uno solo, abrazados más que cogidos, alta la barbilla y la mirada perdida en la eternidad. Al instante te sonrojas. Descubres que a tu alrededor no hay nada más y recuerdas una vez. Recuerdas aquella historia que viviste como un tango. Te acuerdas-con un tango me dijiste-de cómo se llamaba pero no quieres pronunciarlo siquiera sin palabras. Te acuerdas-con un tango me envolviste-cómo olía a camelia y a lavanda. Te acuerdas-con un tango me perdiste-del color de su falda, del sonido de sus pisadas, caliente la mirada, de su risa coloreada pero sabes que como dice la canción, tus recuerdos son vanas quimeras que no logrará descifrar jamás el corazón.
‘Con un tango’
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Carlos Garcia-Manzano
Carlos Garcia-Manzano
Él es Carlos García-Manzano amigo no sólo de elcercano, donde cada semana participa activa y entusiastamente en nuestro programa de radio, con su sección"Todo Letras" acercándonos a este mundo de relatos inéditos, creados por él mismo, y cada cual más original. Hoy comparte sus historias no sólo por las ondas radiofónicas sino también por estos espacios virtuales.
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