La lluvia impertinente hacía días que se atrevía por el largo corredor que lleva a la cocina de leña. De vez en cuando, algún ramalazo del sur se colaba de rondón por cualquier resquicio de las ventanas despintadas de invierno. Desde la leñera, cuando el frío acuciaba, Hortensia trasladaba algunos troncos de encina que partiera en verano con el hacha gastada de tanto usarla y la espalda doblada. Hortensia tiene nombre de flor. Y Hortensia, recordando, se sentó en el banco de madera que miraba hacia la higuera, a la sombra de la solana de agosto bajo la parra. Apartó ausente el pelo de la cara y respiró con hondura mientras la lluvia la salpicaba. Hortensia tiene nombre de flor, de vino y gualda, de olor a yerba y a tierra mojada, de racimo cortado, de uva recién pisada. Y Hortensia enciende de nuevo el fuego descuidado. Desde hace tres inviernos, tiene frío y escarcha en el alma. Del arcón del comedor, entre la cocina y el dormitorio de Manuel, escoge aquel chal de lana que tiempo atrás tricotara y se lo echa por los hombros mientras mira por la ventana. Qué miras, es de noche, no hay luz en las estrellas. Tan solo sombras en el alma. Hace tres inviernos que Manuel se le fue, su Manuel desde niños, su Manuel del alma. Ahora pasa los días en silencio donde antes hubo risa. Se arrebuja entre la lana y como todas las noches, después de un tazón de café y una tostada de nata, retoma el libro que tantas veces ha leído ya. Pero no le importa. Se lo sabe de memoria. Pero no le importa. Aquel regalo que le había hecho era lo más importante después de los recuerdos que guardaba. Aunque el tiempo pase. Para siempre. Para ti. Para Hortensia. Otoño de 1972. Manuel. Pero ahora, ya no ríe, ya no nace la música de la nada. Ya no duerme en la cama de los dos. Se le ha secado la alegría y cada invierno, hace más frío en la casa. A veces, camina por las habitaciones vacías, abre la puerta y calla. Ya no llora. Ya no le sale ni una lágrima. Se le gastaron de tanto recordar, de tanto y tanto mirar atrás. Sabe que tiene que continuar, que la vida no se para, que no le interesa el amor ni la soledad porque la vida a veces, sólo es respirar, seguir adelante y soportar. Hortensia tiene nombre de flor, de aguardiente que abrasa, sabe a agua bendita y a miel de caña. Cierra los ojos y recita de memoria el libro abierto entre las manos: ¿vas a quererme siempre? Siempre. Y cuánto es siempre. Siempre, es siempre. Pero dime cuánto. No sé, tal vez hasta que se seque el mar y la Luna se apague. Y lo murmura una vez más hasta quedarse dormida, hasta que se seque el mar y la Luna se apague. Y Manuel se pierde en el jardín de su sexo con los ojos cerrados comiéndole a besos las manos y la cara. Se lo dijeron los médicos, no hay nada que hacer. Les gritó que se equivocaban, que no podía ser, que apenas llevaban dos años casados, que quería ser madre, que quería querer, que quería hacerse vieja al lado de Manuel. Él nunca lo supo. Cuánto tiempo. Tres meses. Quizá alguno más. Y Hortensia vació su vida en aquel poco tiempo. Y se le fue con una caricia en el pelo y una sonrisa. Él nunca lo supo. Creyó que se dormía, que habría otro buenos días con un beso en los labios ciñéndole la cintura. Buenos días. Qué quieres hacer hoy. Nada. Cogerte la mano y ver cómo pasa la vida. Y una vez más, se pasa las manos por las entrañas. No hay nada. Pero ya no llora, sólo recuerda, sonríe y calla. Otro día más. Otro día menos porque Manuel la espera en algún sitio que el recuerdo no gasta. Hortensia tiene nombre de flor que el tiempo no apaga. Aguanta. Aguanta niña que algún día volverá a salir el sol por donde él se fue, con la sonrisa de blanca espuma y estrellas en la cara. Hortensia tiene nombre de flor y el color azul de la lavanda
Hortensia tiene nombre de flor
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Carlos Garcia-Manzano
Carlos Garcia-Manzano
Él es Carlos García-Manzano amigo no sólo de elcercano, donde cada semana participa activa y entusiastamente en nuestro programa de radio, con su sección"Todo Letras" acercándonos a este mundo de relatos inéditos, creados por él mismo, y cada cual más original. Hoy comparte sus historias no sólo por las ondas radiofónicas sino también por estos espacios virtuales.
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