Leo, oigo, y a veces escucho cuando me peta, vomitado con rencor casi enfermizo, que se joda el funcionario. Y te lo oigo a ti, cretino, que no has sido capaz de aprobar una oposición para cualquier cosa después de veinte convocatorias. Y te lo escucho a ti, mentecato, que preferiste en tiempos de vacas gordas pasar a engrosar la plantilla del Banco que te pagaba el doble que a mí y te permitías, memo de ti, mirarme por encima del hombro porque era un matado y un chupatintas. Y te lo soporto a ti, imbécil, cuando vuelves a repetir con saña visceral, que se joda el funcionario. Pero lo que tú no eres capaz de discernir es que ese funcionario al que tú le deseas tanta jodienda, es el que te cura de un infarto, por haberte atiborrado de chicharrones cabestro, cuando llegas a urgencias por favor doctor, implorando que te salven el culo porque ya no puedes más y perteneces más al otro lado que al mundo de los vivos. Lo que tú no eres capaz de asimilar es que ese funcionario al que le reprochas que tenga tantos días de vacaciones, es el profesor que desasna a tu hijo, ese enano repelente y malcriado, para que al cabo de unos cuantos años acabe siendo intérprete en Naciones Unidas y puedas presumir en la tasca de tu barrio que tu hijo es la hostia y que habla inglés hasta por los ojos. Pero antes, ese profesor, ese funcionario, ha tenido que dejarse la salud, física y mental, y por extensión la de su familia, para que tú puedas recoger las mieles en tu bocaza de borrego merino del éxito que él ha propiciado. De lo que tú no te enteras, imbécil, es de que cuando necesitas acudir a la biblioteca desesperado porque te han impuesto en tu empresa, para tenerte ocupado, un trabajo sobre la incidencia de la uva garnacha en el sexo de los ángeles, el que te facilita toda la información que necesitas para salvarte el culo, es el jodido funcionario que cobra dos pagas extra de mierda, sueldo base y trienios, mientras tú, cretino, en tu empresa la cobras doble y un poco más del sueldo por hacer lo que sea, incluso leer un suplemento dominical guiándote por los renglones con el dedo. Y como tú eres más imbécil todavía, yo no dejo de ser un cabrón cuando te embargo la nómina porque te jactas de no pagar los impuestos que pagan los demás para que puedas ir al médico, para que tus hijos puedan estudiar o para que tu padre cobre la pensión con la que de vez en cuando te paga una semana de vacaciones en un todo incluido en Benidorm. Para que tú puedas llegar por la autopista en cuatro horas a Madrid y en nueve al puticlub que conoces, paleto, en las afueras de Torremolinos. De lo que tú no te enteras es que ese funcionario que te da la razón bajo sentencia en el caso del hurto de un caldero de peras en el huerto del pueblo, gracias señoría, es el juez que ha tenido que hacerse funcionario para que tú le vayas con memeces por el estilo. Tampoco quieres enterarte que ahora, cuando llega la canícula y alguien te prende fuego a los piñeiros porque le caes mal y dice que eres imbécil, enseguida llamas (no sé si te darás cuenta de la doble acepción y del pueril juego de palabras porque eres imbécil) llamas, digo, a los bomberos, por dios que me arde la leira, para que te sofoquen y te apaguen con una manguera, con un helicóptero o una avioneta, con brigadas y todos los medios a tu disposición para que te nazcan las grelos en el próximo invierno con chorizos de cebolla, y algo de cabazo, incluidos. Los bomberos también son funcionarios. Y la matrona que atendió a tu mujer en el parto, y el bedel del colegio que le pone a tu hijo una tirita en la rodilla porque se la ha despellejado parando un penalti en el patio, y el que te da cita por teléfono, mire que es muy urgente que me duele mucho, para la consulta del otorrino, y el que te atiende a aquella hora tan rara para la declaración de la renta, si es que la haces. Y el guardia civil que te echa una mano en la carretera porque te ha cascado la caldereta que conduces. El mismo que a renglón seguido te pone una multa porque no has querido pasar la ITV porque eso no es más que un saca cuartos. Y otra más por circular sin seguro. Y por ponerte tonto, otra adicional por circular con los neumáticos lamidos y poner en juego tu vida, la de los que te acompañan y la de los que vienen en sentido contrario. Y ahora, llama al tío Beteta y dile que estás de acuerdo en que los funcionarios son unos vagos. Pero matízaselo porque a lo mejor no se entera. Y tú ¿te enteras? Claro que no. ¿Y por qué no te enteras? Porque, decididamente, eres imbécil.
Decididamente, eres imbécil
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Carlos Garcia-Manzano
Carlos Garcia-Manzano
Él es Carlos García-Manzano amigo no sólo de elcercano, donde cada semana participa activa y entusiastamente en nuestro programa de radio, con su sección"Todo Letras" acercándonos a este mundo de relatos inéditos, creados por él mismo, y cada cual más original. Hoy comparte sus historias no sólo por las ondas radiofónicas sino también por estos espacios virtuales.
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