El actual Presidente del Gobierno de esta nación y otras músicas ratoneras, ha presentado un libro a los trabajadores de su empresa e inmediatamente ese libro saltó al mercado secundario de la Editorial VayaPop a un precio rebajado pero indudablemente caro de 12 euros de vellón. Lo asombroso es que, sin haber dado prácticamente tiempo a acudir a la librería a hacerse con un maravilloso ejemplar que brilla en la oscuridad, ya se pueda subir uno a él para coger el tarro de la sopa en el estante de arriba, que no alcanzo. Para leer, indudablemente no sirve. Quizá si contuviese un tratado de caligrafía en algún capítulo, alguno de sus muchachos podría avanzar algo en su ministerio. Pero no. Se sabe que desde la sede del Ministerio de Transportes y Comunicaciones Varias, ejércitos de jinetes de Correos y Telégrafos van a repartir gratis -no cabe otra posibilidad-, a ayuntamientos, diputaciones, consejerías, parlamentos autonómicos, sedes del Partido Único, y otros mercados populares, ejemplares en rústica de este tratado de abono y escardado. La primera tirada para cubrir este lanzamiento ha sido de más de medio millón de ejemplares, todo ellos dedicados. No he sido invitado a la presentación de este engendro de ficción pura pero creo que el Autor o Demiurgo, que no ha sido el que ha escrito el libro, ha dicho que él es la encarnación viva del mito de Sísifo en la Tierra de aquí. En el momento en que publique el próximo tocomocho ya se situará a la derecha de Zeus Olímpico y si el dios medio dormido se descuida, tenga por seguro que Sísifo le levanta a Hera y el Maseratti. Dice Robert Graves, sobre Sísifo, en su tratado clásico de mitología: ” Quizá porque había agraviado a Salmoneo, o porque había revelado el secreto de Zeus, o porque había vivido siempre del robo y asesinado con frecuencia a viajeros confiados (…) lo cierto es que se impuso a Sísifo un castigo ejemplar. Los Jueces de los Muertos le mostraron una piedra gigantesca…etc”. En el monclovita Palacio Imperial, el vigésimo centésimo tercer asesor escriba, encargado del horóscopo del Gran Dragón Progresista, debería tener un poco más de cuidado a la hora de susurrarle al oído al Hijo del Cielo las palabras que debe utilizar para comunicarse con sus súbditos. Algunos, dejando el cuenco de arroz un momento, se podrían escojonar de risa y quedar estériles e incapacitados para pagar a los recaudadores de impuestos que asolan nuestra vieja patria.