Cuando todo esto se acabe de una manera o de otra, cuando esta tormenta se calme, cuando las aguas vuelvan más o menos a sus cauces anteriores, cuando recuperemos algo la cordura, y los Tirios sigan haciendo tiriadas y los Troyanos sus troyanadas de toda la vida, me pregunto adónde irán a parar todas estas escorias dialécticas, estos restos de discusiones estériles, estos parlanchines de la sinrazón, estos voceadores bien pagados de la ilógica, todos estos defensores a ultranza de las infamias que se están cometiendo, en dónde tienen pensado esconderse cuando se les recuerden sus actuaciones públicas de mentiras y desfachateces a cargo de sus amos respectivos. ¿Es que no quedan periodistas que quieran decir la verdad aunque les cueste el pan y la sal? ¿Es que todos los merodeadores de este Madrid infernal están solo pendientes del mendrugo que les arrojan los órganos de poder y los órganos de la oposición, como perros babeantes por las migajas del señor feudal, despedazándose después entre ellos en aras de ganar relevancia a los ojos de sus amos? ¿Es que la cuestión esencial en democracia es el nombre de un mediador internacional y no la ignominia que eso supone? ¿Es que alguien se puede imaginar un mediador internacional, pongamos por caso un pastor de ovejas albanés, pongamos por caso en Abu Dhabi, para mediar en un asunto entre el Gobierno Demócrata de los EEUU y el narcotraficante y exgobernador republicano de Texas? ¿Es que nos hemos vuelto todos idiotas? ¿Es que los periódicos, incluso las hojas parroquiales del PSOE, no deberían estarse echando las manos a la cabeza? ¿Es que ya no queda ni un gramo de dignidad y valentía?¿En donde se meterán todos estos jueces chupamedias y tertuliadores políticos comprados baratos por su propia vanidad y su deseo avariento de prestigio falso, de oropeles de recepciones oficiales, de visitas áulicas, de desayunos de trabajo con chaqué inexcusable, de cacerías berlanguianas, de grandes cuchipandas, de fugaces lupanares de lujo pagados con el dinero que reparte a manos llenas el gobierno de esta nación y de las otras nacioncillas? ¿Es que todos quieren acabar de socios de bufete con chofer, puta, y traje de Armani, a imagen y semejanza del Manhattan cinematográfico, facturando sexudos análisis a algún Secretario de Estado molón del cojón; o procreando manuales para opositores a notarías, registradores de la propiedad para que Hacienda le eche el guante, abogados del Estado y discípulos de Belcebú, para vendérselos a las academias de Preparatorio para Élites con encajes de Camariñas en la codera? Y los periodistas en nómina, ¿quieren todos una cátedra de Ética de la Comunicación en la Universidad de Playmobil; o unas entradas para los niños en la entrega de los Premios Goyas y otras Joyas del Aburrimiento?. Cualquier reunión entre un político y un juez debería ser motivo de sanción penal, cualquier matrimonio entre político y juez debería estar prohibido por la ley. Periodistas tertulianos cobrando ingentes cantidades de las televisiones subvencionadas por usted, mi querido amigo contribuyente, tendrían que ser puestos cabeza abajo para que, de sus bolsillos repletos de propinas, caigan al suelo los emolumentos de esta gran traición. Televisión de papagayos, gallinas y otros comentaristas de lo evidente. Todo esto que está pasando ahora será un día tan solo recuerdo y mala conciencia, pero el hedor que despiden estos indecentes va a tardar mucho tiempo en ser aventado. Ya solamente nos falta que todos ellos se pongan a defender la idea de la Tierra plana, de los viajes astrales, de la bondad del robo, del secuestro, del asesinato, del narcotráfico y de la pederastia como manera incuestionable de “hacer política”. Y nosotros a comprar la vaselina en su colmado. ¿En donde se meterán estos esclavos vocacionales, políticos-jueces, vampiros periodistas y diputados que vacían la escupidera? Como decía José Emilio Pacheco, hay hombres capaces de aplaudir de pie hasta su propia sentencia de muerte.