Costó trabajo conseguirlo. Tiempo perdido, malos largos tragos en buenos restaurantes, reuniones en despejados despachos antaño propiedad de enemigos del Pueblo; madrugar algunos días, mandar a los hijos, exiliados, a estudiar al extranjero para que no sufran el colonialismo español, entradas y salidas de la cárcel unas horitas por la tarde, con la pensión íntegra para cuando nos hagamos viejos, tendrán que mandárnosla por transfer internacional como las de los emigrantes gallegos en Suiza. ¿Qué dirán de nosotros los libros de nuestra historia? Somos los mártires de una nueva hagiografía, no hay revolución sin cárceles zaristas, sin mazmorras de los tiranos cerradas sobre nuestros cuerpos torturados con saña por los esbirros de la potencia opresora. Algunos incluso hemos salido más gordos de la cárcel que cuando entramos, la comida pésima, nada de escudella, pero la inactividad, roncar a pierna suelta y esa tranquilidad del silencio monacal de las celdas en las que nos separan de los pordioseros presos comunes sin indulto, que no saben, no intuyen, la política de Estado, tiene imbricaciones estructurales en el sueño y en la digestión pausada. Ellos, presos comunes y corrientes, no como Nosotros, para hacer algo y pasar el tiempo, al gimnasio, mientras Nosotros, como los Beatles, caminamos brazo con brazo a lo largo de la verja de la prisión, a la sombra, eso sí, y aprovechamos para saludar a nuestros incondicionales libres e iguales al otro lado, envueltos en la bandera roja, amarilla, roja, amarilla, roja amarilla, ah la Bandera, espíritu simbólico de nuestro Pueblo Semáforo, reprimido, oprimido, distinguido; cuando miro nuestra bandera se me sube un no sé qué al corazón, por cierto ¿dónde está mi cartera?, ah, menos mal, la llevo en el bolsillo de la chaqueta, al lado del corazón y del boceto de los planes para la implementación de la nueva Nación a través de las canciones patrióticas de los campesinos, de los obreros textiles, de los obreros de la metalurgia, de los jardineros del Liceo, de los Segadores, de las putas del Paralelo y de los fabricantes de Caganets: ¡erguidos, camaradas, nos ponemos a caminar, el sol naciente de la nueva República ilumina nuestros pasos!. Había momentos, en esos quince días de cárcel, en los que tuve la intuición de ese nuestro Destino en lo Universal, qué buena idea fue aquello de las embajadas en el extranjero, pues sí. Si hubiésemos querido nos hubiésemos fugado de la prisión haciendo un castellet pero nadie quería quedarse abajo, el martirio es buena publicidad pero muy mal negocio. Mucho trabajo, si señor, nos ha costado la independencia, muchos sinsabores cuando no salían las cuentas de los grupos parlamentarios, y había que reclamar a Hacienda los atrasos por diputados prestados para formar grupo propio; alguna mentirijilla para poder dar esquinazo a la policía política y a los jueces; calles quemadas, y algunas otras mentirijillas por razón de Estado, por razón del Bien Común. Gracias a deus todo ha acabado, ya semos libres. Ha valido la pena tanto sacrificio: se ha conquistado el autogobierno, la independencia. Lo primero es lo primero: las fronteras, vamos a crear una nueva y rutilante policía de fronteras que impida el contrabando de ideas. Ya he diseñado el uniforme con una litografía de Joan Miró. Los policías de frontera deberán hablar las dos lenguas oficiales para interpretar los pasaportes. Sobre todo deberán saber hablar inglés de Inglaterra, país con el que compartimos una extensísima línea fronteriza. Lo segundo, una nueva Constitución para lo que hay que convocar elecciones constituyentes. Si, pero ¿quién las convoca, quién se encarga del primer gobierno constituyente?. Ah, eso no nos va a hacer perder la cabeza, haremos un gobierno de coalición de la República entre todos los partidos que han luchado por nuestra patria y después a convocar elecciones y un referéndum para el derecho a decidir, si pero ¿qué tenemos que decidir ahora?, me embrollo las ideas, tengo que consultar al padre Priorato, él siempre está acertado, solo hay que ver como gobierna la Escolanía con mano firme pero dulce, bajo los faldones de los muchachitos. Gobierno de Coalición Constituyente, qué bien suena. Después de las fronteras, a reclamar el Rosellón y la Cerdaña que nos robaron en 1659, yo aun no había nacido, y Aragón, Valencia, Las Baleares sin balas, y Buenos Aires que descubrió nuestro Colóm, allí son gente sin indios; hay que empezar a construir los campos de internamiento, hay que imitar en todo lo aprovechable a nuestros compañeros de fatiga del Norte, chicarrones chicharrones, que han empezado a recluir a aquellos que se resisten a su adoctrinamiento nacionalista. Sobran inmigrantes que quieran hacer el trabajo sucio, limpiar váteres, barrer calles tomadas, acompañar a misa a nuestras viejas, conducir taxis eléctricos. Los otros, los que vivían aquí porque nosotros se lo permitimos, o rectifican o se van a su país, Nosotros a lo Nuestro, a construir las grandes naciones sin contar con indeseables que sesean nuestro idioma en la te final. Campos de internamiento y reeducación para todos estos chorizos. Ya que a nosotros nos han llamado polacos les vamos a llamar chorizos. Algo que me está preocupando en exceso y me quita el sueño de la siesta es a quién vamos a mandar de embajador a Corea del Norte, nuestro más firme aliado. Tendrá que ser una persona de firmes convicciones Morales y Cía, acostumbrada a pasar hambre y a levantar la mano para pedir pis. Con una mesa de diálogo con los otros partidos de la Joven Nación llegaremos a un par de nombres propios por un consenso o dos, al calor de unas butifarras, yo no soy mucho de farras, más bien soy de misa diaria y de acostarme temprano pero la patria exige, una butifarra entre dos trozos de pan no es cosa desdeñable. De momento, voluntarios para irse a Pyongyang ni el primero, ¡qué falta de patriotismo hay en la gente!, ¡parece mentira!.