Aun no han llegado y ya me parecen demasiados. Demasiada gente acampada en los alrededores a la espera de que los actuales inquilinos desalojen el chalet, palacio, vivienda/árbol o lo que rayos sea el gobierno de este país. Demasiada gente amarrada a la verja intentando ver cuál es la habitación que más le conviene, mientras a través de los visillos de la ventana se ve a alguien haciendo las maletas y metiendo dentro el Oro de Moscú, las toallas y el albornoz y esa lámpara de mesa de un artista de la decoración de interiores tan mona. Los camiones de la mudanza están ahí fuera, aparcados a lo largo de la avenida, con los motores rugiendo a toda pastilla, para que mañana empiecen a cargarlos de favores atrasados, de puestos en la lista, de contratos públicos hechos a toda prisa, porque se acaba el tiempo y los que van a venir también quieren sacar tajada, y no hay cama pá tanta gente. Este país está absolutamente desangrado, no le queda ni una gota porque desde hace tantos años se lo han llevado en una puja constante a la baja, en una subasta de la lonja al amanecer en la que los compradores sonríen con los dientes de oro y se frotan las manos al saber el precio de la centolla. La deuda de los españoles crece al mismo ritmo que el enriquecimiento de muchos.
Un tendero pendolista que quiere acceder a las llaves de la Moncloa dice una cosa hoy y otra, contraria, mañana. A los que lo han acompañado en el largo camino jacoveo veo, pero cuya compañía apesta a gato muerto de tres días, les promete, como Padrinazo que es, no dejarlos en la estacada, no dejarlos con el culo al aire, no dejarlos tirados en la cuneta con el tiro de gracia en la nuca; a esos hay que dejarles el tercer riñón bien cubierto con un sueldo público de diputados europeos, o lo que se tercie; y la lengua atada a una estaca, que para eso Sicilia es una provinciña galega y si me da la gana planto eucaliptos y pongo alambre de espino. No sabe dónde se mete: el pobre Incauto cree que Italia es como Sicilia y cree que ser adulado en Roma es lo mismo que mear por nosotros, los de la tribu galaicosiciliana, en el mingitorio de San Gaettano de Palermo. Todos sus clientes, sus libertos, sus esclavos, sus parientas cercanas y lejanas, sus amigos de toda la vidiña, sus aplaudidores del sentidiño, andan detrás de él como perros en un banquete al aire libre, con la lengua fuera esperando que caiga la codia de pan untada de grasa que llevarse a la boca.
El huevo del cuco-serpiente de la ultraderecha, mientras tanto, crece en el nido nacional a un ritmo directamente proporcional a los pactos que jamás se iban a producir, incubado por esta exhausta pájara-nación desplumada tantas veces por todos los salvadores de la Patria. La claridad sintáctica del pacto en Valencia da idea de lo que nos espera: “primer punto: libertad para que todos podamos elegir”. Será la nueva campaña de la Dirección General de Tráfico. Las mentiras del Fátuo Narciso, que todavía es inquilino de la Moncloa, son repetidas por los altavoces de la prensa cetrina y cretina, mientras las afirmaciones del aspirante a Gran Funcionario Mandarín, sobre líneas rojas y caralladas varias, como la Sanidad, la Educación, la Gramática Parda, son tomadas como ocurrencias de adolescente aparvado y alocado que no hacen daño a nadie, más bien son gracietas que ni siquiera deben ser analizadas por las editoriales de los dos cuernos y el rabo. Las purgas de sus contradictores ni se mentan. Sus concesiones graciosas a sus parientas ni tocarlas. Sus malas compañías yateras se nos olvidan. Sus errores apabullantes se le achacan a otros. Sus privatizaciones galopantes son más que necesarias. Su política industrial, una gran oportunidad para el turismo de masas. Su política forestal, humo de incienso. Sus faltas de ortografía para qué. Su incultura general no merece la pena comentarla, él es un pavero. El fino humor galaico será elevado a nacional a través de la TVE y el “Luar” será el programa que sustituya a la cultura de la 2 que, más que cultura era prospecto. Gayoso será el encargado de moderar las tertulias políticas y económicas de todos estos cantantes de la escuela del Corral de la Pacheca, así la morriña no atacará a este hombre de intachable trayectoria en línea recta quebrada, la distancia más larga entre dos puntos. Todavía no han llegado y ya parecen demasiados.