De victoria en victoria hasta la más estrepitosa derrota. Esa profecía grouchomarxista se ha cumplido una vez más. El marxismo de los Hermanos Marx es diariamente sobrepasado por el materialismo dialéctico de los Jaimitos, políticos flavonoides, esos que están ahí para gestionar los intereses de la gran mayoría y sólo se dedican con fluidez mercurial a gestionar los de la inmensa minoría de sus conocidos y colegas. “Sólo hay dos maneras de vencer”, decía La Bruyère, “por la propia capacidad o por la imbecilidad del enemigo”. En este gran éxito hipoafgano la manera de vencer ha sido por la propia imbecilidad y por la capacidad del enemigo ( asesorado por los exitosos). A la intendencia de la retirada, con todos los rabos entre la piernas, de los canes de Afganistán, la han bautizado como gran éxito: “ La operación de retirada ha sido un éxito”. Bueno, cualquier retirada a tiempo es siempre una gran victoria, pero en este caso han estado pensando retirarse durante veinte años, el monstruo ya era mayor de edad cuando se tomaron medidas para el ataúd. Yo no sé a qué diablos de éxito se refiere este Narciso Encantado que tenemos por presidente. Pueda referirse, tal vez, al éxito, casi mágico, de que los aviones de la desbandada general logren sostenerse en el aire desafiando las leyes de la gravedad, por algo la gente siempre aplaude cuando el aparato aterriza; quizá sea un éxito que los funcionarios cumplan con su deber, que los soldados se desvivan y sostengan un fusil en los brazos, que los empleados de Torrejón hagan lo que tienen que hacer. Después de las ingentes cantidades de dinero público que se ha gastado este país en esa aventura neocolonial ahora hay que acudir a la postulación pública para que los niños afganos refugiados tengan leche. ¡Gracias, madres de Rota, nunca os olvidaremos! Este éxito popular también hay que achacárselo al bombardeo de las televisiones y prensas afectas al Régimen. Incluso las contrarias han caído en la misma trampa. Se traen unos refugiados, con toda la razón, y se expulsan a otros a África con otra razón.
Pudiera ser un éxito que la ministra de defensa coja en brazos a un infante, indefenso ante la invasión afectuosa. Los mandos de nuestro glorioso ejército ahora matan a besos.
Quizá el ministro Trillo se apunte ahora también al Éxito, para borrar el borrón de los muertos del Yakolev en Turquía. Así queda liberado de culpa y puede volver a comulgar.
Pueda ser que el éxito de esta misión de audaces sea toda la gente que no se ha podido salvar, a la que se ha dejado en manos de un destino fatal. Para arreglar el desaguisado a algún asesor de presidencia se le ha ocurrido que los españoles nos vayamos todos a Afganistán y que los afganos se vengan todos para aquí, de esa manera los talibanes no les molestarían por un tiempo.
Será un éxito que dado que los americanos han usado Rota, demasiado a la vista de todos, le han pasado un recado al tirano de Marruecos para que no apriete tanto la gónadas a España mientras dura esto, “que son buenos muchachos y también ponen la cama y el condón, majestad alauí”.
Todo ha sido tan exitoso que, gracias a la divina providencia, ya estamos a punto de morirnos todos de éxito. A ver si vuelve Operación Triunfo y me apunto de cadáver.