La noticia ha pasado más bien desapercibida, envuelta en el papel de estraza al lado de las cebollas, una cola de pescado y el pescuezo de pollo con el que haremos el caldo para poder comer durante la semana, porque a este paso no habrá ni restos en los basureros. Ha pasado desapercibida entre tantas otras malas de la epidemia, de las sodomías presupuestarias por parte de terroristas curas (a algunos del pendiente sólo les falta el alzacuellos) , nacionalistas bubucelanos, y traidores dilectos, colegas chachis, representantes de una nación desaparecida, esa que nunca existió. El tendero también ha incluido en el envoltijo, gratis, al vernos cara de hambre, un kilo de amnistía, que será lo que le echemos al perro de la impunidad, pobrecito, también tiene que comer, a ver si deja de aullar de hambre: los parlamentarios italianos han decidido hacerse una reducción de estómago y sin mucha prisa van a ser algunos menos en el banquete de la boda de dentro de unos años. Ellos, que eran un millón, aproximadamente, pasarán a ser sólo medio millón. Los de aquí, meros culilargos que sestean por habitaciones enmoquetadas, pidiendo más café con gotas como Goethe pedía más luz, no sólo van a ser menos sino que se están multiplicando por partenogénesis, los de izquierdas, y por genética combativa de la oveja Dolly, los de derechas. Todos y todas a por el alargamiento de penes y vaginas de casta.
Siempre quieren copiar de Europa, ellos, que son tan copiones, y nos la ponen de ejemplo, que somos muy torpes. Al final copian lo superficial e innecesario y dejan lo esencial, que es lo que cuesta un esfuerzo, para más tarde. Copian reformas educativas de las grandes universidades americanas, pero los cocodrilos de Lacoste acaban la carrera al mismo tiempo que los que los llevan sobre la tetilla. La educación primaria es un batiburrillo sin angarillas ni ronzal y los niños cada vez saben más mentiras de guasap y menos conocimientos imprescindibles. Algunos habrá que no interpreten lo que leen, algunos que no sepan leer, algunos que no sepan hilvanar unas frase coherente. Algún día no sabrán ni lo que era un libro, ni una biblioteca, ni una novela, ni un ensayo, ni un poema, ni como se dice buenos días. Eso copiamos, los nombres: “módulos”, “créditos”, la pura vacuidad. Lo que exige esfuerzo se lo dejamos a los europeos, y no a todos, porque seguimos con la unamuniana idea de que inventen ellos, y además que inventen también los chinos, nosotros somos autosuficientes y católicos, nos basta con el perdón de los pecados y la esperanza en la vida eterna, amén; y con la juerga y el fútbol, amén.
Se creen que lo que se publica en el BOE es suficiente para que el Verbo de haga carne y habite entre nosotros. Hablan de apoyar a los autónomos y los autónomos se hacen el harakiri, hablan de apoyar al sector primario, pero será importando naranjas de Sudáfrica y tomates de Marruecos. Cuando les oigo que van a poner sus sucias manos sobre un asunto transcendental, me persigno y me pongo de espaldas a la pared. Así que si oímos que en Italia van a reducir el numero de parlamentarios y que aquí vamos a ir por el mismo camino, no hagamos caso. Multipliquen por seis, si aún saben hacerlo y les dará el resultado. Copiamos el gesto pero no la acción. Copiamos la foto y la explicamos veinte veces en la Primera y en la Sexta, las marchas más utilizadas en los coches oficiales. Alguno de los que piensan que se puede caer de las próximas listas ya ha pedido cita previa en Masterchef, visto lo bien que le va a la campeona del mundo de Candy crush, tan apañadita ella. Pero no andan muy preocupados, lo hacen por precaución, por si acaso y por si las moscas de la mierda, no vaya a ser que se acabe el chollo antes de tiempo y no haya donde caerse vivos y coleando cuando llegue el desastre. Y porque, total oye, no hay mucha diferencia entre las mamarrachadas de la televisión y el patio de Monipodio de los Parlamentos.