El soplón de otras gaitas. El confidente. El chivato, izquierdo y derecho. El cameraman desde el balcón y otras nenas del montón.
El paseador profesional de un perro. El paseador de dos perros. El paseador de tres perros.
El diputado provincial. El izador de la bandera en el palacio de la diputación. El colocador de mármoles de la diputación. El exhibicionista de corbatas de la diputación. Y el que les quita el precio a los regalos.
El cura famélico. El obispo en su balcón. La monja ilustrada del vaticano. El hechicero de la tribu, el Sacristán de la tribu. El chamán de la tribu.
El político. La política. El patriota nacional y extranjero. El hilandero de mascarillas con los colores de la bandera. El paseador cojo de perro, con gorrito nacional ambos. El cazador de elefantes en pleno delirium tremens. El cazador de osos borrachos.
El cantante atormentado desde el palco de su apartamento. El cantante folk desde la ventana. El tenor acompañado de la cuchara, y la propia cucharilla.
El diputado nacional de esta Nación. El culo gordo del diputado nacional. El eurodiputado y su culo, o dos. Incluso el diputado nalgas.
El vicepresidente marcelino. El presidente venusiano. La ministra afrodisíaca. La ministra portavoz. La Voz del Pueblo. Y el jefe de la oposición y el jefe del jefe de la oposición sin oposición, es decir interino.
El general aguerriñudo declarante contratante de la primera parte y sus medallas. La directora de la guardia civil, declarante contratante de la segunda parte. Los modistos de ambos y del ministro del interior hueco por la parte de dentro.
El tertuliano arriano. El repartidor de mantequilla. El que da cera y pule cera.
El presentador, con chistera, de la misa de la televisión de las diez. Y el de la once y el las doce. Y el de la homilía al pueblo de los ratones a todas horas, por la radio.
El comentarista deportivo gordo. Y el flaco. El Gordo y el Flaco. Y sus cocineros para caldo de berzas.
El futbolista de primera división. Y su mujer. Y su tía. Y el retórico Sergio.
El profeta. El visionario. El psicoanalista dentista. El cronista de la alta sociedad y de sus piojos y sus espinillas blancas.
El redactor de los artículos de fondo de las revistas de moda y su manager personal con flotador de caucho.
El vendedor de bulos y de indulgencias. Y el contrarreformista luterano.
El futbolista y la futbolista equilibrista. Y otra vez el futbolista de segunda división. Y su tía.
El alcalde y el concejal de trinquetes. El diputado Nepote y su familia, incluyendo a la abuela.
El comisionista. El secretario general del partido. Y el del sindicato de cazolistas con pedigrí. Y el que los pasea.
El asesor número mil quinientos del político. Y los otros números anteriores. Y el otro paseador profesional de chuchos amaestrados.
El millón de aguerridos soldados contratados en la Federación Nacional de Futbol y en la Liga de Fútbol Profesional.
Y por ultimo, pero no por eso menos importante, el futbolista de primera división y el piloto de su avión.
Y mi mono Amedio y yo.
P.D.1. Como no hay suficientes test del coronavirus, háganse antes a estas profesiones esenciales hasta que sea necesario. Por orden alfabético, si eso fuese posible.
P.D. 2. Si algún sufrido lector pudiera encontrar ciertas reiteraciones innecesarias, estas son debidas a una mala digestión de estos últimos días. Suplico me sean perdonadas.
TRABAJADORES ESENCIALES DURANTE LA EPIDEMIA. LA OTRA LISTA DE SCHINDLER
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