“El secretario general de la ONU, Antón Guterres, demandó este lunes un alto el fuego mundial que detenga todas las guerras para ayudar a hacer frente al coronavirus”. ( El Mundo digital. Noticia del martes 24 de marzo de 2020). La ONU ha recomendado también un alto el fuego en el Yemen en previsión de que la nueva epidemia produzca una catástrofe humanitaria y para prevenir males mayores. Se lo ha recomendado a Arabia Saudita, que pasaba por allí, y lo ha hecho extensible a los contendientes de Siria. Se ve que los muertos de las guerras cotizan en bolsas distintas de los muertos por virus. Este virus ya cotiza como los bulbos de tulipanes holandeses. Los muertos de la guerra siempre encuentran cerrada la ventanilla del funcionario de la ONU. Estoy desayunando, vuelvo usted mañana. Un joven soldado desconocido al que le han volado la cabeza de un bombazo no contagia a nadie de la enfermedad de los nervios desparramados. De momento. La ONU es la gran factoría de estadísticas de muertos y de desparecidos y de epidemias y de campos de refugiados…. Al margen de esto, la ONU es otras muchas cosas. Por ejemplo, y siguiendo con los moribundos, la ONU es el gran pudridero de políticos faisandés a los que hay que aparcar en algún sitio porque ya no caben en su propio país, en donde tendrían que trabajar para poder pagar las luces de su casa, y no hacen más que estorbar, tropieza uno con ellos en las antesalas de los despachos oficiales pidiendo una partitura para tocar algo . Es también un lugar donde se conoce gente. Es como la delegación de Hacienda de tu barrio, pero a lo bestia. En la ONU pulula mucha gente que recoge datos como otros recogen patatas, solo que los datos no se comen. Si los datos se comiesen hacía mucho tiempo que el hambre en el mundo se habría acabado. Un dato entre dos rebanadas de pan y que cada quién le ponga las mostaza que quiera. Además de este ímprobo esfuerzo a la hora de la siesta, la ONU nunca ha aprovechado mucho el tiempo. Estudia mucho, eso sí, pero no se le queda nada. Si no hubiese existido, la historia de la Humanidad hubiese sido la misma pero con menos indigestión de informes, no son buenos tantos informes para el estómago. ¡Ah, si los informes sirviesen para dar de comer a la gente! Un buen informe sobre un informe sobre la necesidad de hacer un informe, entre dos rebanadas de pan candeal y que cada cual le ponga la mayonesa que considere oportuna. Qué ricura de niña. La ONU ha servido para algo más, me olvidaba, para dar una escena a Hitchcock, que no estoy muy seguro de que la hubiese rodado en el vestíbulo de las Naciones Unidas, aquello estaba muy vacío, aunque lo llenaba el Cary Grant. También tuvo, esta Mamá Grande, en otro tiempo lejano, la idea de proclamar la Declaración Universal de los Derechos humanos, lo cual, como se ha comprobado a lo largo de estos últimos años, ha servido de referencia constante para saber cuáles son, y poder destrozarlos con seguridad de los francotiradores. Es que cuando la ONU se pone seria no hay quien le tosa y menos ahora con todo este caos de la epidemia en el mundo libre. Como la ONU es muy sentimental no voy a decir nada de ella que le pueda molestar y causarle algún pesar, no vaya a ser que el Consejo Permanente de seguridad me vete y me arroje a los pies de los cascos azules (un color precioso para patucos, ese azul cielo) y me hagan una labor humanitaria más allá de la cintura. Siempre pensando en los demás la ONU. Menos mal que la tenemos a ella y a sus hermanas pequeñas solteras, “Mujercitas” de Woody Allen, porque sino quién se iba a ocupar de los niños. Señor Kofi Butros Guterres, ¿es que nadie va a pensar nunca en los niños rubios y de ojos azules que viven al norte del trópico de Cáncer y al sur del trópico de Capricornio?