-Ave María Purísima
-Sin pecado concebida. ¿De que te acusas, hijo?
-He mentido a mucha gente, padre
-¿A cuánta?
-A mucha
-¿Con intención aviesa?¿o sólo lo has hecho por placer?
-No, le he mentido a mucha gente que puso en mí su confianza, para conseguir mis fines; y además me gustó mucho, me puse cachondo.
-¿Son esos fines lícitos?¿ el placer fue transustantivo o disrrogativo?
-Aun no lo sé
-¿Te tocas?
-Si, siempre he tocado el piano.
-¡Desdichado, tocar el piano produce ceguera! Hay que dejar ese vicio nefando, hijo. Pero se puede arreglar: toca la caja o el bombo, más sano y más católico ¿Qué más?
-He traicionado a algún amigo
-Eso es consustancial al hombre. Lo dice San Agustín, padre de la Iglesia. ¿Qué más?
-He deseado ver a muchas mujeres en paños menores, o desnudas. Y a muchos hombres.
-¿De una en una o todas juntas?
-Todas juntas en una gran piscina con toboganes.
-Eso no es muy grave, hijo. La higiene ya no es pecado.
-Pero también he pecado de soberbio. He pasado de la lujuria a la soberbia.
-¿Y cómo ha sido eso?
-He querido ser tan alto como la Luna, ééée, como laaa Lunáa, como la Lunaaá.
-La Luna es muy mala consejera hijo, ni la mires. Gobierna los mareos de las mujeres. ¿Y como ibas a ser tan alto como la Luna?
-Con un rascacielos
-¿Como el de Babel?
-Más alto
-¿Cómo, de alto?
-Como la noria de Londres y la torre Eiffel de París juntas y aún más allá, hasta el infinito. Y he soñado que en la cúspide había un caballero sin caballo.
-No es un pecado grave, todos tenemos sueños. ¿Qué más?
-He pactado con el diablo para conseguir mis anhelos.
-Eso ya es peor, pero tiene solución, ¿puedes volverte atrás ? Ya sabes que algunos matrimonios son nulos si no se consuman. Es la doctrina del santo tribunal de la Rota.
-Me temo que no. ¿Cómo era aquéllo?…Alea jacta est, que dijo aquel gran futbolista brasileiro.
-¿Qué más?
-He insultado al presidente de la Diputación de Ourense, reiteradamente. Le he llamado de todo.
-¡Ah no, eso si que no! ¡Hasta ahí podíamos llegar! Estás en pecado mortal ¿Algo más?
-No, eso es todo. De momento.
-Tienes que arrepentirte. Por los pecaditos primeros vas a rezar un padrenuestrito. Por el último te impongo como penitencia que públicamente pidas perdón postrándote de rodillas. Únicamente de esa forma lograrás quitarte de encima ese peso que corroe tu inexistente conciencia. Vete en paz, hijo, y no vuelvas a caer. Ego te absolvo a peccatis tuis…