Resulta inexplicable para gente de bien y demócrata que en el asunto Koldo no haya habido nadie que dimitiera de su cargo, y nadie es nadie, como no es no. Todos los días se incrementa la estafa, el pufo, el ladrocinio, el conchabeo y la mordida, el ir a la política a meter mano antes que servir al prójimo, cada día alguien más sale a la luz del oscuro pillaje pasado, y no pasa nada, aquí ni dios reconoce su falta, quizás por cinismo o tal vez porque ya son tan amorales que no les importa buscarse la vida con la pasta de nadie, que diría aquella ministra socialista, que es pasta de todos. Provoca vómito y asco la hipocresía de altos mandos del país. Claro que parece que algo se mueve en el seno del partido del gobierno, no en vano García Page y Felipe González hoy se vieron y no sería para hacer juntos manualidades, digo yo. Pero es que lo tienen en la mano los socialistas buenos que no sanchistas, si es que los hay, para oponerse a esta componenda que se traen con secretismo absoluto entre partidos pro amnistía. Con dos pelotas pasan del resto, el caso es poder, tener poder y que la falla se abra como de tamaño californiano. Y aún se rasga las vestiduras algún progre de pacotilla cuando uno revela la esperanza depositada en un tal Milei, que llegó a la política para poner patas arriba a los que se aprovechan con vileza de ella, es decir, la gran parte de la casta política que nos lanza a la mierda. En su discurso de uno de marzo, donde es tradicional que el presidente de Argentina se dirija a su Parlamento anunciando sus medidas, Miley anunció medidas anticasta que cualquier liberal celebra, a saber: elcierre de la agencia de noticias oficial (herramienta de propaganda kirchnerista), pena de prisión para los funcionarios que consientan la emisión monetaria para financiar gasto público, el fin de la financiación pública a los partidos políticos, un golpe al poder sindical (limitación de sus mandatos a una única reelección y prioridad de los convenios colectivos de empresa), límites al número de asesores de los legisladores, prohibir ser candidatos a cargos electivos a personas condenadas por corrupción en segunda instancia y la supresión de las jubilaciones vitalicias para el Presidente y Vicepresidente de la Nación. El discurso fue seguido en hora punta por una inmensa mayoría de argentinos, pero podían televisarlo para España a misma hora punta y seguro que sería seguido por la mayoría, porque la casta está podrida, y si no que nos lo cuente Ábalos.
A veces, y ante tanta mierda que no traga cualquier váter pero sí parece que tengamos que tragar los humanos, siente uno envidia a ese fraile que sube las escaleras en solitario para cumplir horario y rutina de una vida dedicada a rezar y el laboro, mucho mejor que vivir alrededor de lo otro. No estaría mal, no.